El Frente en alerta amarilla
Publicado el 19/05/10 a las 1:41 am
Sufrimos una grave disminución electoral. Empecemos por responsabilizarnos de nuestras propias acciones como frenteamplistas. Involucremos nuestro propio Partido a la autocrítica. Llevamos veinte años de gobierno en la capital y cinco años de gobierno nacional. El desgaste existe y parte de la población ha venido acumulando confusiones, malestares, disgustos y frustraciones de diversa índole. Para resolver esto no alcanza con un balance positivo medianamente objetivo de la gestión montevideana. La carga subjetiva tampoco puede reducirse con pases de “magia” y técnicas de “enamoramiento” del candidato.
Por supuesto, nos importan tanto nuestros errores como la acción de otros agentes como, por ejemplo, la realidad parcial, recortada, embalada y amplificada por los medios. Nos sentimos obligados a repensar la relación entre la política frenteamplista y el territorio social sin olvidar que el enemigo juega dentro y fuera del estadio.
Una referencia adicional merece el voto de las alcaldías en Montevideo. Esta elección constituyó una decisión estratégica cuya postergación hubiera sido indefinida. Se dio un paso al que le seguirán seguramente otros. Llamó poderosamente la atención la escasa comunicación institucional, la pésima propaganda y la inexistente distribución de listas. Fallas gravísimas como una selección de candidatos ajena a la inserción territorial real que quedó demostrada en la renuncia de uno de ellos por impresentable.
Otro ítem para entender el desempeño electoral del Frente Amplio en Montevideo fue la forma de la confrontación interna. En los últimos tiempos el Partido Socialista venía promoviendo la candidatura a Daniel Martínez a todos los cargos de importancia: Presidente, Senador e Intendente de Montevideo. Por supuesto, todos los partidos tienen el derecho y el deber de apoyar a quien entiendan conveniente.
Hacia fin de año surgió la candidatura de Carlos Varela a la Intendencia de Montevideo, un hombre mucho menos publicitado que el de Martínez pero que contaba con el apoyo de los sectores de José Pepe Mujica y Danilo Astori. Sin embargo y a pesar de sus notorias condiciones, ninguno de los dos compañeros logró la mayoría especial prevista por los Estatutos. Mayoría que sí fue alcanzada por Ana Olivera, compañera de vasta trayectoria en la gestión municipal y ministerial, y bajo perfil. Públicamente fue la última en largar. Esta dura puja interna a contrarreloj contaba con la seguridad blindada de dar por ganada la elección y seguramente debe considerarse a la hora de evaluar el resultado.
Algunos argumentan que si se hubieran habilitado múltiples candidaturas en Montevideo el resultado habría sido diferente. Es una hipótesis difícil de demostrar seriamente. Las candidaturas múltiples pueden generar más problemas que soluciones tanto a escala nacional como departamental. Básicamente porque consideramos tan importantes las banderas como los abanderados; tan importantes los programas como quienes se comprometen a llevarlos a cabo. No existe un hiato entre la política y los políticos, salvo para el estilo de Jackeline Dárdano, de “corazón frenteamplista” y arrastre blanco en Florida.
A juzgar por lo sucedido en el país sostenemos que los resultados electorales no sólo tienen múltiples causas sino que nos convoca a pensar a escala local y más allá de la coyuntura, tal como explicábamos al inicio. Hay problemas profundos que no pueden escamotearse con el recurso de dos o tres candidaturas en Montevideo. El Frente Amplio perdió cuatro intendencias. Nos tememos que haya grupos frenteamplistas -y algún candidato que no terminó de correr- que sirvan reproches en vez de autocríticas. Por eso lamentamos leer a Daniel Martínez afirmando: “Hubo, no sé, miles de fotos, textos, manuscritos, invocando mi nombre, pero no creo que sea el único tema”. Agregando: “Esa gente que puso mensajes en los sobres expresó disconformidad con el procedimiento”. Y concluyendo: “El tema es que mucha gente pensó que por tener ese corazón (frenteamplista) debía votar en blanco” (BRECHA, 14/5/10). Asociarse al corazón frenteamplista en el exilio del voto en blanco parece demasiado ego. Empecemos mejor la reflexión colectiva.
Foto de Javier Calvelo, La Diaria, 10/5/10.
roberto
May 22nd, 2010
El pueblo uruguayo, ha demostrado su inteligencia, podríamos decir su sabiduría, naturalmente la izquierda uruguaya, ha ganado un espacio también porque ha sabido leer el pensamiento de la historia, con sus yerros y aciertos, es un ejemplo de continuidad y avance sobre todo desde que puso por encima, de toda discusión la unidad como elemento sustancial, y después de la dictadura, el camino de profundización de la democracia, rescatando la decisión del soberano a través de la urnas.
No vamos a historiar, la lucha, que nos costo defender este derecho, ni tampoco vamos a enumerar los hechos que todos conocemos, lo cierto que hoy tenemos confianza en los resultados, y estos resultados son una lectura imprescindible, la misma dirá si somos capaces de avanzar o si nos quedamos en el merodeo.
Planteamos desde hace mucho, que el dilema de la gobernancia del progresismo, esta entre una verdadera alternativa popular o simplificarnos o ser asumidos por el sistema, quedándonos en una mera alternativa electoral, muchos aliados son socialdemócratas, o provienen de los partidos tradicionales, la izquierda dejo de lado la tarea del debate, sobre la estrategia de la construcción de la nación, del recobro de su soberanía e independencia.
Ojo, con enredarnos en la multicausalidad, como un abstracto, que embolse aspectos secundarios con los principales, y que sobre todo no deje ver los esenciales, esta técnica de diversionismo, es muy vieja usada para que todo se revuelva y luego vuelva a quedar como estaba, intentando dejar contentos a todos.
De haber logrado el 50 por ciento en Montevideo, indudablemente, nada hubiera ocurrido, no ocurrió en octubre, cuando perdimos miles de votos, lo enmascararon con la mayoría parlamentaria, y chau, análisis, y por supuesto no alcanza con juicios mas o menos peyorativos o rimbombantes, hay que transformar la realidad, con los costos que sean necesarios.
Una mas, el corazón frenteamplista, es un corazón que late, junto al sentido de su historia, que nos impulsa a intentar no dejarnos trampear el destino, por intereses mezquinos y soberbios, de las diferentes organizaciones, que desde su ideo-filosófica, legitima, tienden a priorizar sus intereses al interés general.
Es la hora, de salirse de la foto, de ir al llano, y dejar de sentirse integrantes de la clase política, alejados de su pueblo, haciendo carrera y atornillados a las butacas, cumplir con la ética de un simple ser humano, siendo útil a los demás y no utilizar a los demás para sus utilidades.
La esencia del mensaje, es que el pueblo quiere algo diferente con identidad, y no mas de lo mismo.