Polémicas de la campaña electoral de Montevideo
Publicado el 07/05/10 a las 12:27 am
Por Pablo Anzalone Militante del PVP-FA
En pocos días elegiremos intendentes, ediles y concejales municipales. En Montevideo el Frente Amplio es Ana Olivera, una compañera con vasta experiencia que integró la conducción del Mides y direcciones importantes en los dos gobiernos de Arana. Como siempre en la capital son candidaturas únicas para los cargos ejecutivos: intendenta, alcaldes y concejales. Ese consenso costó unas cuantas discusiones internas y malestares varios que deben dejarnos enseñanzas. A la Junta Departamental van listas sectoriales y distintos sublemas.
Una vez más, las grandes opciones están claras: en el Partido Nacional, el lacallismo promueve a Ana Lía Piñeyrúa y Alianza Nacional a un economista de antecedentes neoliberales, Javier De Haedo. El coloradismo se alinea atrás de «Ney» Castillo.
La apuesta de los partidos tradicionales es al desgaste de 20 años de gobierno. Descubren ahora los problemas sociales, originados por su propia gestión en el gobierno nacional. No han aportado temas importantes al debate preelectoral.
«Ney» Castillo ha cuestionado la falta de transparencia de la Intendencia Municipal de Montevideo reclamando saber la cantidad de funcionarios que tiene, cargos políticos, pasantes, etcétera. Esos datos fueron informados a la Junta Departamental, no una sino reiteradas veces. Consta en actas en todas las rendiciones de cuentas, año a año. Uno puede entender que Castillo no lo sepa, porque no conoce nada del gobierno departamental, pero que su equipo técnico (si lo hubiera) no lo haya informado habla bastante mal del mismo. Llama la atención que no se conozcan los controles permanentes de la Junta y del Tribunal de Cuentas.
La relación con el sindicato ha sido un argumento reiterado. En un momento la acusación fue que Adeom mandaba en la Intendencia. El candidato de Alianza Nacional hizo punta en ese sentido, utilizando una desubicada resolución de una asamblea de inspectores de tránsito que se negaba a fiscalizar autos matriculados en el Interior. Sin embargo, la administración aclaró la situación sin mayores conflictos, estableciendo que la fiscalización debía comenzar en una fecha determinada. Pero no hubo rectificación por parte del candidato nacionalista.
En otro momento criticaron a Ana Olivera argumentando que no sabrá manejar la relación con el sindicato dada su filiación política. Más allá de que el argumento podría esgrimirse en forma exactamente inversa, lo que aparece es el desconocimiento del estado actual de la relación entre el gobierno departamental y el sindicato de sus trabajadores.
En este período se alcanzó una solución al largo conflicto salarial. Luego del convenio se abrió una oportunidad para crear un mejor clima de diálogo. Un conjunto amplio de temas fue encarado en instancias bipartitas, alcanzando acuerdos negociados y firmados por ambas partes. En algunos puntos no se llegó a acuerdos y fueron resueltos por la administración o permanecen en consideración en instancias bipartitas. Se ha trabajado mucho para construir un relacionamiento adecuado. Es verdad que todavía falta para generar una relación basada en reglas de juego claras. La situación vivida días pasados, cuando se afectó la limpieza de la ciudad, sin un motivo claro de conflicto y sin negociación previa, es un ejemplo de ello. Existen hechos que desprestigian la imagen de los trabajadores municipales, que los contraponen a la población montevideana ocultando múltiples acciones positivas. La utilización de estos hechos en el contexto electoral es evidente. También hay que señalar que el gobierno departamental, como en otras ocasiones, ha tomado las medidas necesarias para proteger los derechos de la población.
Ana Olivera y el próximo gobierno departamental tienen un camino abierto para consolidar un relacionamiento correcto con el sindicato, que redunde en mejoras en la gestión para los/las montevideanos/as. Pensar que los candidatos blancos o colorados podrán resolver este vínculo de mejor forma es poco creíble, dados los antecedentes de los partidos tradicionales en el gobierno.
El involucramiento de los trabajadores municipales en la mejora de los servicios a la comunidad ha sido una línea priorizada en estos años. Sin duda no es lo mismo que el relacionamiento con la organización sindical y ambas cosas son necesarias. «Comuna Puesta a Punto» fue un programa impulsado desde el gobierno del intendente Ehrlich, basado en talleres con la participación de los funcionarios para aportar a los planes de trabajo de cada servicio. Una concepción de planificación participativa apuntó a enriquecer la labor institucional. El cumplimiento de las metas y objetivos definidos con esta metodología participativa permitió concretar avances en la gestión, una mayor eficacia y eficiencia. De esta forma, por ejemplo para la atención al público, fueron creados módulos de información con personal capacitado y software adecuado; el Buzón Ciudadano, en el cual los vecinos pueden presentar sus quejas, sugerencias o reconocimientos, y la Unidad de Atención Telefónica Integral, con nuevo software y equipamiento para dar un mejor servicio.
Al mismo tiempo la renovación de la plantilla funcional, manteniendo la cantidad global de trabajadores, permitió el ingreso de más de 2.500 nuevos funcionarios por concursos abiertos y transparentes, cuya juventud y calificación fortalecerán la gestión.
Rescatar el saber del trabajador, tener en cuenta su aporte para la elaboración e implementación de los planes de trabajo, promover valores como el orgullo del trabajo bien hecho y el servicio a la comunidad, son parte de una estrategia de largo plazo. Es una batalla cultural que está en el corazón de la transformación democrática del Estado, que no podrá fructificar sin el compromiso de los trabajadores con el cambio. Para alcanzarlo es necesario construir mecanismos de participación de los mismos, saber escuchar e incorporar sus aportes, dentro de las líneas programáticas votadas por la ciudadanía.
La próxima etapa está llena de potencialidades para Montevideo y para el país todo. Ana, como Tabaré y como Pepe, representa ese proyecto de país y de sociedad.
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