Montevide-Ana: el proyecto del Frente Amplio
Publicado el 25/04/10 a las 12:00 am
Por Pablo Anzalone – PVP-FA
Para superar la fragmentación social falta todavía un protagonismo popular más amplio que profundice y consolide los cambios, donde construyamos una ciudad que reproduzca valores integradores, de justicia y cohesión social.
En 20 años Montevideo ha sufrido grandes transformaciones. Los habitantes de la capital sufrieron duramente la década de los noventa, cuando el neoliberalismo triunfante dejó esqueletos de fábricas vacías sembradas en todos los barrios obreros. La crisis del año 2002 agravó las consecuencias de un modelo de país excluyente. Crecieron los asentamientos, la pobreza, la indigencia, la inseguridad. Se montaron verdaderos dispositivos de fragmentación social. La intolerancia, el miedo, la violencia intrafamiliar, las adicciones, incrementaron sus efectos, en una sociedad que ya era muy conservadora. La segregación se acentuó a nivel territorial. Montevideo expulsaba a su gente hacia la periferia, mientras se deprimían y tugurizaban barrios enteros.
El Frente Amplio, con Tabaré Vázquez y luego con Mariano Arana, enfrentó esta situación con los escasos recursos del gobierno municipal. La prioridad fue la gente y las políticas sociales desarrolladas bregaron por derechos humanos fundamentales. Hubo un énfasis en la descentralización como forma de democratizar y transferir poder de decisión a la población a través de ámbitos sociales.
Cuando Ricardo Ehrlich asumió como intendente las cosas empezaban a cambiar en el país. Se había iniciado un crecimiento económico y el gobierno nacional frenteamplista desplegó un conjunto de acciones apuntando a un nuevo modelo de país. Sin embargo los efectos de la fragmentación social no desaparecen fácilmente y condicionaron fuertemente los primeros años.
De a poco comenzaron transformaciones estructurales de Montevideo hacia un proyecto de sociedad distinto. La Intendencia fue una protagonista de primera línea, el gobierno nacional sin duda también, pero además la propia sociedad fue jugando un rol decisivo.
Si tuviéramos que mencionar algunos de estos cambios de fondo en lo que refiere al gobierno departamental destacaríamos: el Plan de Movilidad Urbana, el Plan Saneamiento IV, la recuperación de barrios deprimidos como Goes, Ciudad Vieja, Cordón, la mejora de parques y plazas, la expansión de las actividades culturales desde el Solís hasta las Esquinas de la Cultura, desde el Carnaval a la Movida Joven, las políticas sociales inclusivas coordinadas con el gobierno nacional. De la misma forma en el gobierno nacional resaltan los planes de Emergencia y de Equidad, el Sistema Nacional de Salud, el Plan Ceibal, los Consejos de Salarios, entre muchos otros avances estructurales.
Si ampliamos la visión de lo que está pasando e incorporamos el incremento de la construcción privada, las obras de infraestructura vial, tanto del gobierno departamental como nacional, los proyectos en curso en la zona de la bahía, el traslado del Mercado Modelo y la creación de la Unidad Alimentaria, los avances en las cuencas de los arroyos Carrasco, Miguelete y Pantanoso, las acciones coordinadas sobre asentamientos, vemos un panorama dinámico.
Es una sociedad que se transforma. Con trabas, con rémoras, con procesos contradictorios, con ritmos que difieren de las necesidades. Porque hay, sigue habiendo, una pugna de proyectos de país. Hay una confrontación cultural, de valores societarios. Por las herencias de la crisis y también por la bonanza económica que genera asimismo problemas comunitarios. Incluso más, la combinación de una sociedad que crece y consume, pero no ha terminado de recomponer su tejido social, tiene consecuencias en el plano de la equidad y también del ambiente. Por ejemplo se incrementó un 30% la cantidad de basura producida. La basura alrededor de los contenedores, problema importante para la limpieza de la ciudad, tiene que ver con la falta de valores de preservación del ambiente colectivo.
Para superar la fragmentación social falta todavía un protagonismo popular más amplio que profundice y consolide los cambios, donde construyamos una ciudad que reproduzca valores integradores, de justicia y cohesión social.
Ese es el proyecto del Frente Amplio.
De ahí la importancia del nuevo modelo de descentralización que promovió el intendente Ehrlich en Montevideo. Apoyándose en la ley nacional pero recogiendo una reflexión colectiva sobre los 20 años de la experiencia montevideana. Nuevos municipios, autoridades locales electas directamente por la población, mayor participación social, son pasos hacia una profundización del proceso democratizador. Como lo fue el Presupuesto Participativo.
Todos estos cambios de fondo recién comienzan. Con Ana Olivera el Frente Amplio asume el compromiso de profundizarlos. Es la oportunidad histórica de promover el proyecto del Frente Amplio. Nada menos que desde la Intendencia de Montevideo. Junto con el segundo gobierno nacional frenteamplista.