LAS HUELLAS DE YAMANDÚ
Publicado el 14/03/10 a las 12:00 am
Historiador de la nueva clase obrera uruguaya (esa que en los cuarenta refundó Montevideo desde sus orillas, construyó un movimiento sindical de masas y se descubrió “clase” en los combates que signaron el fin de la “bovina euforia”) Porrini eligió ese camino cuando Yamandú González Sierra ya lo andaba. Sin embargo, el objeto de estudios compartido hace inapropiado hablar de mentor y discípulo. Más justo es decir compañeros.
-¿Yamandú creía que la clase obrera tenía asignada una misión determinada en la historia?
-Seguramente la mayor parte de sus estudios tienen que ver con esclarecer esa cuestión, que en realidad está presente en casi todos los que nos dedicamos a esto. Deberíamos repasar su trayecto para ir encontrando las señales de cómo fue enriqueciendo su posición al respecto.
-Y dónde empezó ese trayecto?
-El período formativo de su mirada tal vez haya que situarlo en la cárcel. Estuvo en el penal de Libertad creo que hasta el 79, y allí leían a teóricos marxistas como Nikos Poulantzas* y probablemente a Althusser. Creo que esos libros habían entrado en el período en que todavía se disfrutaba de algunas libertades, y los presos se daban maña para mantenerlos a salvo de la guardia. Eran textos que discutían las relaciones entre las distintas “regiones” de la realidad (política, economía e ideología). Yamandú ya estaba vinculado al Partido por la Victoria del Pueblo y, como buena parte de los militantes de esa organización, fue influido por ese marxismo estructuralista.
Entonces comienza como uno de aquellos militantes que hacían historia, como Francisco Pintos, Pedro Alfonso y Héctor Rodríguez, y poco a poco la investigación se va convirtiendo en su ocupación principal. Una vez liberado empezó a frecuentar la Biblioteca Nacional, a revisar la prensa que publicaban los trabajadores del Novecientos, esa que él va a llamar “prensa internacionalista” . Sus primeros artículos aparecieron en Compañero, el periódico del PVP. Trataban de las luchas iniciales del movimiento obrero, de la huelga en las minas de Cuñapirú en Rivera, y de la formación de la Asociación Internacional de Trabajadores en 1875 en Montevideo que, según pudo establecer, se vinculaba a través de su similar mexicana con la Internacional Anarquista.
En esta etapa también publicó en Alternativa Socialista un trabajo sobre el papel de las mujeres en el movimiento sindical, porque para Yamandú era claro que aquella realidad era vivida distintamente por hombres y mujeres. Luego, en «Del hogar a la fábrica«, se detendría más extensamente en este punto.
Esas primeras indagaciones lo llevan a concluir que no basta con estudiar el derrotero de las organizaciones reivindicativas o políticas de los trabajadores, que también está la clase. En esa época trabajamos juntos en algunos fascículos de una serie que dirigía Milton Schinca llamados Bases de la historia uruguaya, y me consta que ya entonces Yamandú percibía que la clase no era algo dado sino una identidad que había requerido un proceso para constituirse.
Luego, por 1987, surgió un grupo de investigadores de inspiración marxista que se reunía en el llamado “grupo de los viernes”, integrado por Guillermo Foladori entre otros. Sacaban una revista, llamada Trabajo y Capital de la que salieron cuatro números. En el primero Yamandú publicó “La ideología en la formación de las clases en el siglo XIX”, donde intentaba ver cómo los trabajadores en sus acciones colectivas iban modelando una conciencia a partir de una especie de instinto común que sus eontendores, los empresarios y el gobierno, parecían ser los primeros en advertir.
-¿Ya habría leído a Edward Thompson?**
-Sospecho que no, que llegaba a preocupaciones similares a las del británico desde su propio camino. Es interesante pues son preocupaciones que no aparecen en todos los dedicados a estas cosas. También en este terreno es más fácil limitarse a escribir la historia sólo con las voces de los dirigentes. Siempre hay más documentos sobre ellos. Los dirigentes obreros suelen estar convencidos de tener una misión histórica que cumplir, una tarea que necesita o merece ser registrada. A veces ellos mismos son intelectuales y entonces escriben. Más difícil es seguir la huella de los seres anónimos que hacen posibles los episodios colectivos en cuya cima se ven los líderes.
Yamandú no era un historiador académico, no tenía título alguno (estaba por obtenerlo cuando sobrevino su enfermedad). Pero tenía preguntas, se había creado un método, pienso yo, a partir de aquellas lecturas carcelarias que incluían una clara conciencia de que la clase obrera también era atravesada por múltiples tensiones. Investigó monográficamente numerosos sindicatos: el de ANCAP, el de FUNSA y el de los papeleros de Juan Lacaze, las organizaciones de los maestros (trabajo que permanece inédito) y el sindicalismo rural, y así fue definiendo una concepción y una práctica de investigación interesante.
Tenía una sensibilidad muy moderna con respecto a las fuentes. Acudía permanentemente a testimonios orales. Me acuerdo de su entusiasmo con una libretita con notas tomadas por un trabajador inquieto de principios del siglo xx que Luce Fabbri había encontrado durante sus estudios sobre los autodidactas y que había llegado a él por intermedio de Ruben Prieto. Y buscaba, buscaba infatigablemente los rastros de esta historia cuyas fuentes pocas veces han podido conservarse como quisiéramos. Sin duda lo ayudaba su sintonía con el objeto, su amor al mundo de los trabajadores.
— Qué obras suyas deberíamos seguir leyendo?
—Sin duda “Domingos obreros en los albores del siglo xx”, publicado en el segundo volumen de “Historias de la vida privada en Uruguay”. Allí reconstruye aspectos de cómo vivían su tiempo libre los trabajadores de las primeras dos décadas y media del siglo xx. Es un aporte que amplía el marco de la tradicional historia sindical, abriendo un cauce más profundo, orientando a comprender la realidad a través de los más, porque los sectores populares son los más de una sociedad. Muchas veces creemos que conocemos la historia de una sociedad porque conocemos su historia política, económica o de las ideas. Pero la historia de lo que hace la mayoría de la gente, a pesar de los problemas metodológicos que se suscitan, es un desafío que debiera plantearse en toda su importancia.
Hay partes de “Los olvidados de la tierra” que son imprescindibles. Y, mirando hacia adelante, sus “100 Primeros de Mayo en Uruguay”.
Para él el Primero de Mayo era algo que alumbra, una efeméride obrera consolidada (otras como la Comuna de París y la ejecución de Sacco y Vanzetti se fueron diluyendo) en la que los trabajadores hacían su balance y definían su perspectiva sintiéndose parte de un movimiento que excedía las fronteras nacionales, reasumiendo ese papel histórico que la clase obrera ha jugado y que, en determinadas condiciones, podría seguir jugando: cambiar el mundo.
SN
Tomado de BRECHA, 5/3/10.
NOTAS
* Nikos Poulantzas (1936-1979), sociólo go marxista griego empeñado en brindar una idea de la complejidad que asumían las relaciones entre las clases sociales y el Estado en el capitalismo de la segunda mitad del siglo xx, contra la visión “instrumentalista” que a su juicio pesaba excesivamente entre los herederos de Marx. Complejizó consecuentemente la noción de clases, mostrando cómo la conveniencia llevaba a sectores de éstas a establecer alianzas incluso con sectores del campo antagónico. Su Fascismo y dictadura jugó cierto papel en la discusión sobre la naturaleza de las dictaduras latinoamericanas que la iiquierda dio en los días de la resistencia. Acabó siendo eurocomunista y suicida.
** E. P. Thompson (1924-1993). Historiador marxista británico que junto a Eric Hobsbawn y otros fundó en 1946 el Grupo de Historia del Partido Comunista editando la revista Past and Present, de célebres debates con el marxismo estructuralista. Su obra fundamental, The making of the english working class (1963), inicia su llamado de atención sobre la existencia de una cultura obrera, cuyo estudio reclamaría una mirada de densidad antropológica. En www.esnips.comlweb/edthompson puede disfrutarse. entre otras cosas, de su Costumbres en común.
ROSARIO ARREGUI
Mar 15th, 2010
MUCHOS MOMENTOS DE LA VIDA DE AMBOS SE CRUZARON. DE EL Y HUGO CORES APRENDI QUE LA HISTORIA NO ES NEUTRAL SINO COMPROMETIDA DEPENDIENDO DEL PUNTO DE PARTIDA DEL OBSERVADOR Y SU PERTENENCIA A LA CLASE,
SUS INVESTIGACIONES FUERON LAS QUE ME CONDUJERON A THOMPSON Y PUDE POR LO QUE APRENDI DE YAMANDU ENTENDER SU CUESTIONADA Y FERMENTAL CONCEPCION DE QUE LA CLASE Y SU CONCIENCIA SE CONSTRUYE EN LAS LUCHAS DE LA CLASE..PERO HOY QUIERO RECORDAR AL INOLVIDABLE COMPANERO CON SU RAZON, PREOCUPACIONES Y AFECTOS. HASTA SIEMPRE YAMANDU, LAMENTO QUE NO PUDIERAMOS CONVERSAR MAS Y NO HABERME PODIDO DESPEDIR DE TI,
ROSARIO ARREGUI,
Evelina López Baritussio
Mar 18th, 2010
Conocí a Yamandú en la UTU del Cerro, cuando compartimos mesas de exámenes. Mi madre lo conoció en Magisterio y lo quería mucho. No profundicé la relación con él, pero su objeto de estudio y su propia vida fueron un ejemplo a seguir para muchos de los que nos dedicamos a la Historia como disciplina.
Hasta siempre compañero.
Leticia
Mar 21st, 2010
muy bueno
arriba compañeros y hermanos