Los cambios culturales III: Las artes y los artistas
Publicado el 14/02/10 a las 9:00 pm
Escribe Ignacio Martínez
Pongámonos de acuerdo: el arte es parte de cada persona. En cada uno de nosotros hay un creador artístico. Desde temprana edad es imprescindible tener tiempos y espacios para la creación artística que nos permita conocer el mundo, interpretarlo y transformarlo.
Un niño que crea es un niño libre. Un niño que indaga conoce el universo y se prepara para transformarlo. Luego vendrán los talentos para tal o cual arte, pero el cambio que debemos promover hoy es que haya espacios y tiempos concretos a lo largo de todo el país para que tengan lugar las expresiones artísticas de nuestro pueblo. En esa dirección hay que crear más Centros MEC y alentar las Usinas Culturales y los programas de Ciudadanía Cultural. Hoy humildemente proponemos pensar en los círculos de estudio y arte donde se despliegue toda la capacidad de nuestro pueblo. No sólo estamos hablando de música o teatro o artes plásticas o danza o literatura o cine. Estamos hablando de entretejer la sabiduría de nuestro pueblo en todas las direcciones posibles y con todo el acervo cultural. Veamos. Si en un barrio o en una villa hay una persona que es gran cocinero, armemos un curso para que comparta su sabiduría con todo el que desee aprender. El electricista o el albañil ¿no podrán darnos un cursillo de dos horas semanales durante doce semanas sobre electricidad y albañilería básica? La joven que aprendió inglés ¿no podrá apoyarnos con conocimientos de inglés básico? Lo mismo el talabartero, el tejedor o la doña que hace setenta años que vive en el barrio y nos va a contar cómo era el lugar en su niñez porque vamos a hacer la historia de la barriada. El universo es infinito y se expande. El objetivo es abrir espacios para nuevas alternativas que nos vinculen, que nos saquen de nuestras casas, que nos despeguen del chupete electrónico (las pantallas) y nos permitan ir construyendo el entramado cultural como personas activas, participativas y valoradas desde nuestras propias capacidades. Proponemos trabajos sostenidos y permanentes de creación de coros, murgas, comparsas, elencos teatrales, talleres literarios, de danza, de artes plásticas, donde los docentes se conviertan en facilitadores en dos direcciones: por un lado transmitiendo todos sus conocimientos y sus talentos, pero por otro, buscando desatar los talentos de las personas que van a esos sitios a crear. ¿Esto es nuevo? No, claro que no. En esta línea vienen trabajando desde hace añares las Casas de la Cultura y esa dirección también ha sido incorporada por los Centros MEC. Lo que pensamos es que hay que darles más y mejores impulsos, más y mejores recursos, extenderlos más con creatividad y audacia. Por ejemplo. Tenemos que sacar los liceos, las utus y las escuelas a la comunidad y viceversa. Tenemos que sacar el taller o la fábrica del barrio a la comunidad y viceversa. Yo nunca entré a la fábrica de galletitas ni a la empresa de lácteos de mi barrio. ¿Por qué no las invitamos a que designen un par de trabajadores y nos den una charla de lo que allí se hace? Creo que tenemos que hacer la oferta no en función de una demanda, sino en función de un motivo mucho más altruista: crear una movida cultural a lo largo y ancho de todo el país con una apertura de cabeza que nos permita reconocer y reconocernos, valorar y valorarnos, crecer y ayudar a crecer, descubrir y descubrirnos. Todas y todos los que habitamos nuestro país, sin excepción, tenemos algo para aportar al crecimiento cultural, a la memoria de lo que fuimos y el engrandecimiento de lo que queremos ser. Parafraseando a Federico digo que quiero una cultura que me dé alas, no pezuñas.
Publicado en el semanario uruguayo El Popular, el viernes 5 de febrero de 2010
Maria Esther Francia
Mar 4th, 2010
sip, lindas ideas para las relaciones horizontales en todas direcciones, especialmente para evitar el «chupete electrónico»