lunes 9 de septiembre, 2024

Los cambios culturales (II) La reforma del Estado y la función pública

Publicado el 03/01/10 a las 6:45 pm

Escribe Ignacio Martínez



Reformas en el Estado se vienen haciendo. Dependencias como ANCAP, OSE o DGI han recibido importantes transformaciones en la dirección de mejorar sus cometidos, mejorar la gestión, racionalizar los recursos humanos y materiales, y optimizar el rol del funcionario público a partir de su capacitación, su remuneración y la ponderación del papel que juega en el conjunto del servicio que se presta. Bien. Sin embargo nos interesa avanzar en los aspectos de la cultura de la función pública que ponga el acento en la persona, en el trabajador que la ejerce.

La primera condición es la ejemplaridad del funcionario público designado por confianza política que siempre está en los cargos de mayor responsabilidad gubernamental. Ese funcionario de confianza, desde el Presidente hasta el último asesor, es un militante rentado para la función asignada. Si no es así, si va a ocupar sólo un horario y se aprovecha de ocasionales beneficios, como la adjudicación de sus propios ingresos, y elige los más altos, lo primero que se pierde es el sentido de la austeridad y queda atrapado en el nefasto valor del menor esfuerzo, del trabajo fácil y la remuneración segura. Hay una tarea docente desde el funcionario público de confianza hacia el funcionariado y la sociedad toda. El dirigente público debe demostrar vocación de servicio, disponibilidad permanente (“full time” que le llaman), austeridad, eficiencia, sentido común, capacidad de colaboración, de aprendizaje permanente y de optimización de la gestión en general y de la propia. La dignificación del trabajo público tiene un componente primario que es la remuneración decorosa, sí, válido para cualquier actividad humana. Pero inmediatamente debe tener también la ponderación de la misma función, la valoración de su rol en el conjunto del servicio, su utilidad a la comunidad. Una función prescindible o innecesaria, al primero que denigra es al que la ejerce, hundiéndolo en valores de “da lo mismo si voy o no” o “vivir de arriba” sin ninguna voluntad de superación. La reforma del estado que necesitamos debe comenzar por una autoevaluación de cada rol en el aparato del estado, cómo lo mejoramos, cómo nos capacitamos, buscando que la hagamos en forma colectiva, participativa y honesta. No será fácil. Habrá que ofrecer funciones muy atractivas para aquellos que ejercen trabajos innecesarios u obsoletos y deban ser trasladados. La racionalización de los recursos humanos es fundamental. Tantos funcionarios según cuántos necesite el servicio. La tecnificación informática es fundamental. ¡Basta de inoperantes papeleos! ¡Todo Uruguay cabe en un disco duro, por favor! La racionalización material también debe hacerse según las necesidades de cada servicio. Bien por Pepe que habló de estos temas con nuestro Pit-Cnt. Está claro que el Estado es una herramienta al servicio del Programa y de los cambios, de las políticas de gobierno y de las políticas de estado. Habrá que hacer un diagrama muy preciso de cada dependencia, de cada oficina, de cada funcionario para que esté en el mejor lugar, donde más se necesita y aporte más a la cosa pública. Pero un buen comienzo es que haya eficiencia y rapidez en la resolución de cada problema que nosotros, el pueblo, vamos a plantear hoy. Entonces el cambio es esencialmente cultural entre la abeja o el zángano, entre el que asume o el que pasa la pelota, entre el organigrama y la estructura necesaria o el burocratismo inoperante al servicio de sí mismo y no de la función.

Publicado en la contratapa del semanario uruguayo El Popular, el viernes 18 de diciembre de 2009

Un Comentario para “Los cambios culturales (II) La reforma del Estado y la función pública”

  1. Ma.del Carmen Balsa

    Ene 7th, 2010

    Totalmente de acuerdo con que el funcionario esté para donde mejor ha sido capacitado y dado sufucientes pruebas y experiencia que de acuerdo a su perfil, idoneidad, estudios, va a dar lo mejor de sí mismo, y a su vez se va a sentir UTIL, a no olvidar esa palabra. En este y otros períodos a los mejores nos sacaban a un costado, porque había que contratar y contratar, y si eras muy bueno, eso no servía.-
    Lo principal es que el funcionario sea ejecutivo en su tarea y que esta se cumla de principio a fin. Habría que implementar y desarrollar un programa de CAMBIO CULTURAL, en donde se trabaje en todos las empresas del estado y organismos la comunicación y la facilitación interna.-

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