DESIGUALDAD
Publicado el 12/08/09 a las 12:00 am
Por Constanza Moreira
La desigualdad de ingresos que existe entre los más ricos y los más pobres es, en América Latina, de las mayores del mundo.
Brasil es el país más desigual de la región. Una forma de medirlo es a través de la apropiación de la riqueza (el ingreso) que obtienen los distintos estratos de población. El cuarenta por ciento de la población, situado en los estratos bajos y medios bajos de ingreso, se apropia de poco más de un diez por ciento de la riqueza, mientras que el diez por ciento más rico se queda con el cuarenta por ciento de los ingresos. En los países más desiguales, estos sectores bajos y medios bajos se apropian de poco menos de un diez por ciento de la riqueza, y en los más igualitarios, como el nuestro, de entre un quince y un dieciocho. El diez por ciento más rico, por el contrario, se apropia de cerca de la mitad de la riqueza en los más desiguales. En países más igualitarios, de entre el treinta y el cuarenta por ciento.
Durante la década de los 90, la era «neoliberal», el ingreso se concentró en casi todos los países de América Latina. Durante la primera mitad de la década nadie protestaba mucho, puesto que la concentración del ingreso se hacía sentir menos, dado que la pobreza, en ese mismo período, disminuyó considerablemente. Pero desde mediados del 90 hasta fines de la década, los países se estancaron económicamente y la pobreza hizo evidente la desigualdad.
Después de 2000 las cosas cambian para casi toda América Latina. En parte esos cambios son producto de la crisis de estancamiento y recesión que se vivió entre el fin de un siglo y el comienzo del otro, y de la cual Uruguay es sólo un ejemplo (la llamada «media década perdida» de América Latina). Esta crisis obligó a los países a abandonar las políticas económicas ortodoxas, revisar sus objetivos de desarrollo, aumentar la comprensión sobre la necesidad de la intervención del programa y desarrollar más políticas de protección social. Al mismo tiempo, el surgimiento de gobiernos de izquierda reforzó la orientación a cambiar el rumbo económico, aun a pesar de que en la mayoría de los países no se hicieron reformas redistributivas importantes (como la reforma agraria).
Los resultados obtenidos son muy significativos. El Panorama Social de América Latina, 2008, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), muestra una generalizada desconcentración del ingreso en casi todos los países del «giro a la izquierda», durante el período, aunque partiendo de distribuciones muy distintas. Mientras Argentina, Venezuela y Uruguay se caracterizan por una mayor participación en el ingreso del 40% más pobre, y una menor participación del 10% más rico, en Brasil y Bolivia evidencian una concentración mayor.
Visto país por país, y tomando como punto de partida el inicio del gobierno «progresista» en cada uno, los logros son disímiles. En Argentina, el 40% más pobre aumentó su participación en el ingreso en un punto porcentual, pero el 10% más rico cayó en 3 puntos porcentuales. Visto el conflicto que se ha procesado en Argentina en los últimos años, cabe entender cuánta reacción causa aun una redistribución menor como la procesada.
En Bolivia, el 40% más pobre es casi tan pobre como en Brasil y su participación en el ingreso apenas supera el 10%. La misma aumenta desde 2002 (Evo Morales asume en 2006), al tiempo que desde allí cae significativamente la del 10% más rico (pasando de 41% a 36%), en forma bastante significativa. La pobreza y la indigencia, asimismo, se concentran en las zonas rurales, y es allí donde la desigualdad es más significativa. Por ello se entiende que cualquier proyecto de cambio en Bolivia pase, necesariamente, por un liderazgo que represente al campesinado.
Brasil es uno de los países que han experimentado más logros en el período. En Brasil, el 10% más pobre mejora a lo largo del mismo, pasando de una participación en el ingreso de 10% a 13%. Desde el inicio del gobierno Lula la variación es de un punto porcentual. En cuanto al 10% más rico, pasa de 44% a inicios de la década del noventa a 42% al final de la misma, pero esa imagen global no permite ver lo que pasa entremedio. Cuando Lula asumió, se había producido una fuerte concentración en toda la década del 90, experimentando el 10% más rico de la población un incremento de su participación en el ingreso (pasa de 44% a 47% al final de la década). Desde 2001 (Lula asume en 2002) los ricos caen en su participación en el ingreso, significativamente (pasan de 47% a 42%).
En Chile se incrementa la participación del 40% más pobre a lo largo de todo el período, pasando de 13% a 15%. Pero es especialmente desde 2003, y en especial desde que la Concertación asume un rumbo más marcadamente «progresista» en manos de líderes socialistas (Lagos primero y Bachelet después) que los números mejoran. Entre los más pobres se registra un incremento de la participación de casi un punto porcentual y ello coincide con la caída del 10% más rico, en tres puntos porcentuales.
Pero es en Venezuela donde se registran los cambios más significativos, aunque el punto de partida es distinto a Brasil y Bolivia, ya que era, al igual que Uruguay, un país menos desigual. La participación del 40% más pobre es la más alta de todos los países considerados, y llega a 18,4% en 2007. Asimismo, cae mucho la participación del 10% más rico, que es la menor de todos los países, llegando al 25,7% durante 2007. En Venezuela es donde el índice que mide la concentración del ingreso (Indice de Gini) exhibe las variaciones más importantes.
Como puede deducirse de estos números, la disminución en la desigualdad del ingreso está más explicada por la pérdida de poder adquisitivo de los más ricos que por una mejoría sustancial de los más pobres (lo cual genera una ecuación política muy compleja). Aun así, y a despecho de los exiguos porcentajes de mejoría en el ingreso de los más pobres, estas variaciones tienen enorme impacto sobre las condiciones de vida de millones y millones de personas. Brasil es un buen ejemplo.
Por primera vez en medio siglo, Brasil está consiguiendo reducir el número de pobres al tiempo que reduce la desigualdad. Un estudio divulgado el 4 de agosto por el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA) muestra que entre marzo de 2002 y junio de 2009, la tasa de pobreza cayó en casi 27%. En números absolutos, fueron cuatro millones de brasileros que salieron de la pobreza en el período (pasando de dieciocho millones y medio a catorce millones y medio). Eso fue posible gracias a la reducción del desempleo, el aumento del salario y los programas de transferencia de ingreso, como el Bolsa Familia. Asimismo, las políticas de «protección social» (como la seguridad social, y políticas asociadas a ellas) ayudaron a disminuir el número de pobres.
En países como Uruguay, que salen de un nivel de desigualdad menor, los logros son menos evidentes. Al mismo tiempo, el cambio en las orientaciones políticas del gobierno es más tardío que en Brasil (2002), Argentina (que procesa el cambio inmediatamente después de la crisis de 2001), o Venezuela (1998).
Los resultados de los estudios muestran que es la combinación de varios factores lo que colabora con la disminución de la desigualdad. Las políticas laborales, el aumento del salario mínimo, los logros en salud y educación, los programas de transferencia de ingresos, la política impositiva o el aumento del gasto público social, todos ellos colaboran a la reducción de la desigualdad. Pero lo que los resultados también muestran es que la orientación política de los gobiernos ha sido determinante a la hora de tomar los riesgos que entrañan políticas redistributivas, por tímidas que parezcan. La pérdida de apoyo de las «elites dominantes», sin un apoyo popular muy significativo, genera ecuaciones políticas complicadas para estos gobiernos.
Tomado de http://www.larepublica.com.uy/contratapa/375926-desigualdad
HECTOR GRAVES
Oct 19th, 2009
Sinceramente quiero felicitar al Gobierno del Presidente Lula de Brasil por la forma de implantar un gobierno para resolver los problemas de los mas pobres de su pais; esto indica el compromiso que este hombre tiene para con su pueblo; un Gobierno de conciencia social que es lo que cuesta encontrar en los ultimos dias en los paises sobre todo paises del area latinoamericana, porque la mayor parte de ellos han sometido a las naciones a ser explotadas de forma inmisericorde aprovechando las coyonturas de su autoridad y liderazgos que en muchas ocasiones se vuelven hasta casicazgos en los pueblos o paises; creo que una persona de esas debe de seguir como gobernantes de esos paises aunque en alguna medida se cree que si un Presidente de una Nacion busca las reeleciones es que pretende ser un dictador y que esta atentando en contra de la democracia; claro que de repente hayan algunos que pretendan con esa idea; pero con estas evaluaciones y estadisticas que el Gobierno de Brasil presenta definitivamente no hay como cuestionarlo; estos tipos de Presidentes nos gustaria que mi pais Honduras llegaran a gobernar algun dia porque creo que ustedes conocen nuestra situacion actual con el golpe de Estado que se dio pues nos hemos quedado sin opciones de haya posibilidades que nuestro pais tenga un cambio en todos los niveles sociales, politicos culturales etc. en buena hora para este pueblo Brasilero de tener un Presidente con esas caracteristicas muy particulares inclusive creo yo a algunos ex presidentes de ese pais; que tambien como Hondureños vivimos muy agradecidos por la hospitalida que le ha dado a nuestro Presidente Manuel Zelaya. ¡DIOS BENDIGA BRASIL Y A SU PUEBLO!