LA DEMOCRATIZACION COMO CLAVE DE LOS CAMBIOS
Publicado el 04/08/09 a las 11:12 pm
Escribe Pablo Anzalone, Integrante del PVP- Espacio 609- Frente Amplio
Cuando el Frente Amplio asumió la Intendencia de Montevideo con Tabaré Vázquez a la cabeza llevaba a la Descentralización Participativa como su buque insignia. Veinte años después Ricardo Ehrlich resumía un rico proceso de debates en el marco de un Foro Ciudadano diciendo: el proyecto político de la descentralización sigue estando plenamente vigente, el modelo actual ha llegado a un techo y es necesario transformarlo.
La decisión de avanzar hacia un nuevo modelo donde se incremente la participación ciudadana tanto en el plano político como en el social, supone un cambio de fondo, una transformación estructural en la vida de la capital. En consonancia con la rica experiencia acumulada en estos 20 años y con la ley nacional de descentralización. La creación de Municipios y la elección directa de Consejos Municipales y alcaldes en lugar de Juntas Locales designadas, democratiza las representaciones políticas locales. Crea una nueva institucionalidad más democrática.
La ampliación de la participación social pasa por integrar y promover su diversidad, generando formas variadas de consulta directa a la población, fortaleciendo los actores sociales y comunitarios, sin limitar su alcance a las temáticas municipales. Desde los concejos vecinales, convocando a la conformación de Intersociales, desarrollando espacios donde la gente pueda proponer, comunicar y resolver respecto a las cuestiones que afectan su calidad de vida. Como lo demostró Presupuesto Participativo.
Nadie puede dudar de que la descentralización cambió Montevideo. La realidad de la ciudad es distinta y esas transformaciones alcanzan aspectos que van más allá de los logros evidentes en políticas sociales o en servicios. Generó ciudadanía a través de la participación. Tampoco deberíamos dudar sobre la necesidad de innovar y profundizar en la democratización cada vez mayor de la sociedad. Porque los efectos de la fractura social continúan en múltiples áreas y porque a partir del gobierno nacional frenteamplista es posible avanzar mucho mas.
La democratización no es una estrategia municipal sino una de las claves de todo el proyecto de país frenteamplista. Incluye y sobrepasa la dimensión política y el sistema de partidos. Es un cambio en las relaciones de poder entre las distintas fuerzas sociales que forman parte de nuestra sociedad.
Democratizar la distribución de la riqueza significa promover más igualdad. Tarea para nada sencilla. Cuatro años de políticas sociales fuertes, desde el Plan de Emergencia al Plan de Equidad, desde los consejos de salarios a las políticas de salud generaron una reducción sustancial de la pobreza y la indigencia, y sin embargo la desigualdad no se redujo hasta este 2009, en que las cifras del INE arrojan una disminución de la desigualdad fruto de la acción combinada del Plan de Equidad, la reforma de la Salud y la Reforma Tributaria.
Cuando el Frente Amplio habla de un modelo de desarrollo nacional que transforme la matriz productiva significa que no es suficiente con un crecimiento del producto bruto interno. Necesitamos una democratización del aparato productivo, con la participación dinámica de más emprendimientos, de sectores con mayor valor agregado, es decir con mayor trabajo e inteligencia nacional. Es fundamental haber crecido a niveles históricos en el producto bruto. Pero no alcanza. Sobre todo si la base productiva de ese crecimiento está concentrada en pocas empresas, si esas empresas son predominantemente extranjeras, si esa inversión extranjera directa suplanta a empresarios nacionales sin operar sustantivamente en la creación de más y mejores empleos, si se concentra el crecimiento en los sectores con menos valor agregado, en la exportación de materias primas. Aún en este terreno tan aparentemente alejado de la institucionalidad política, la democratización es un concepto clave.
Democratizar el Estado significa abrir espacios de participación para la población y para los trabajadores, construyendo un vínculo distinto al clientelismo tradicional o el autoritarismo. El proyecto privatizador del gobierno del Dr. Lacalle y la apropiación para beneficio privado del Estado, llegando en algunos casos a procesamientos judiciales, es ejemplo extremo de la concepción de los partidos tradicionales al respecto.
Democratizar las políticas de salud implicó jerarquizar el papel de los usuarios y los trabajadores, tanto en la base territorial, en cada barrio, como en la conducción de ASSE y del Sistema Nacional de Salud (Junasa).
En la educación el desafío de la participación de estudiantes, docentes y comunidad en el desarrollo de los centros educativos y las políticas, es una cuestión vital para el país.
No existe una modalidad única de participación, por el contrario hay que reivindicar la diversidad, la heterogeneidad, la riqueza de una sociedad civil que se reconstruye luego del huracán neoliberal. Sacarse de la cabeza los clisés de una participación reducida a la elección de representantes, y abrir más formas de democracia directa.
La persistencia de la ley de impunidad, del ocultamiento sobre la verdad, la existencia aun hoy de cientos de compatriotas desaparecidos, la ideología de la seguridad nacional que sigue fundamentando el golpe de estado dentro de los mandos militares, son hechos que comprometen a la democracia. La patriada que recolectó más de 330 mil firmas para promover la anulación de la ley de caducidad, mostró la vigencia del sentimiento democrático en la población. El Nunca Mas Terrorismo de Estado no es un resultado inevitable del proceso histórico sino una construcción colectiva, de una sociedad que defiende las libertades y que aprendió en carne propia las consecuencias de las dictaduras. Los hechos recientes en Honduras lo demuestran.
Para las mejores tradiciones libertarias de nuestro pueblo la democratización es un medio y también un fin en sí mismo. Es una clave de los cambios.