Encuentros
Publicado el 09/05/09 a las 12:00 am
Por Milton Romani Gerner, miembro del Secretariado del PVP
Rondeau 1508. La sede de la Comisión Nacional Pro Referéndum. La más imponente y poderosa alianza multipartidaria y multisectorial que desplegó a nivel de base la recolección de firmas para someter a plebiscito la impugnación de la ley infame votada el 22 de diciembre de 1986. Miles de comisiones barriales, militantes de todos lados golpeando puertas y afirmando que el derecho a decidir era lo fundamental. Más allá del miedo y la opinión de fondo sobre la ley.
Tres mujeres, Matilde, Elisa y María Esther, fueron son un símbolo contra la impunidad. Por la igualdad ante la ley. Y Tota, que no era presidenta pero se instaló como una telefonista recepcionista y estaba allí para recibir a todos.
Ley Gavazzo la llamaron. El 22 de diciembre de 1986 era el día que tenía que concurrir al juzgado. Y ese día, decían, se insinuaba otra chirinada militar. El Parlamento de rodillas. Además expulsaron a Germán Araújo. Hoy ese sujeto está preso y condenado a 25 años de prisión. Con muchos más. La ley todavía está.
Confluyeron el Movimiento de Renovación Batllista, con Vaillant y el compañerazo Emilio Mateitis (dirigente gráfico), el Frente Amplio después de una decisión de todas sus fuerzas con el general Seregni a la cabeza, el MNR de Carlos Julio Pereira, el MLN, que no estaba en esos momentos en el FA pero tenía presencia a nivel de barrios y de masas. El movimiento obrero como una columna central, el cooperativismo y las mil y una formas de organización popular que habían resistido a la dictadura. El 5 de febrero comenzó la campaña de recolección de firmas. Diez mil militantes en la calle en todo el país, informó el recordado Marcos Abelenda, entonces delegado por las bases al FA.
El 20 de mayo de 1987 fue señero. Todavía no hacíamos marchas. Acto en 18 de Julio y Bessio. Yo integraba la Comisión de Organización. Difícil. Con Alberto Pérez Pérez y con Mónica Xavier. Luz Ibarburu. Con Benjamin Liberoff y Diego Terra en Interior y un motorcito incansable: Rosario Portell. Con el inolvidable Mauricio García armando la informática. Con Claudio Invernizzi y con Selva Andreoli y Gloria de Massi en Propaganda. Con Belela Herrera. Korzeniak propuso a un compañero para Finanzas: el prestigioso oncólogo Dr. Tabaré Vázquez. Junto a Roberto Conde y Carlos Bello hicieron maravillas. Pablo Klapenbach y Sonia Trazenko fueron algunos de los compañeros de la Corte que corregían las burradas que podíamos hacer. Aquello fue un crisol de unidad. De compañerismo. Cientos de todos los pelos y colores en esa casa juntando, conociéndose, peleando. Fue un encuentro progresista con base popular en torno a la verdad y la justicia. Macana que eso divide y genera incertidumbre. Allí tenemos nuevamente las 280.103 firmas.
En aquel acto habló Rodolfo Nin, que era intendente de Cerro Largo por el Partido Nacional. Hacía un frío bárbaro, pero yo creo que en ese acto se consumó una cálida alianza popular duradera. Si alguien tiene que rastrear la conformación de un polo progresista, tiene que ir allí. Luego fue. «Para que el pueblo decida». Los ojos de Mariana. Luego de un año se entregaron casi 700.000 firmas.
En diciembre de 1988 se aceptó un desafío. La Corte Electoral (que sigue integrada por una mayoría troglodita) nos estafó las firmas. No quisieron reconocer, entre otras, la firma del general Seregni. Insólito. Movilización general. Negociaciones hicieron que fuéramos a ratificar las firmas dudosas. En tres días había que ir a buscar a los «dudosos» y hacerlos firmar de vuelta. La movilización popular más importante de todos los tiempos se puso a prueba. Me tocó estar al frente de la Comisión de Transporte junto a Alfredo Curbelo, Pedro Espinoza del FA y Rossi chico, de la Federación del Transporte. Funcionó en el ex local de APU. Nudo nervioso de la búsqueda «imposible» de los ciudadanos «dudosos». Era un desafío imposible. ¡Mire si íbamos a ubicar a miles de vecinos y hacerlos firmar de vuelta! Se hizo. Las imágenes registran al último de los ratificadores, llegando como en la maratón a la Corte Electoral. Se ratificaron más de 20.000 firmas en tres días.
Después el miedo y la censura hicieron el trabajo sucio de la derecha. Metieron preso al capitán de navío Gastón Silberman, que estaba en actividad, y lo acusaron de haber firmado. Censuraron un spot de Sara Méndez planteando la búsqueda de Simón. Perdimos en el plebiscito. En Montevideo ganamos. Y no será casual seis meses después el Frente Amplio, luego de dos años de movilización política, ganaba la Intendencia Municipal de Montevideo. Tabaré Vázquez, aquel ignoto y sencillo militante que había aportado lo suyo desde la Comisión de Finanzas de la Comisión Nacional Pro Referéndum, fue el intendente de Montevideo por el FA. A pesar de la ruptura cruel y del alejamiento del PGP de Hugo Batalla, que había ya demostrado su claudicación en oportunidad de interpelar al entonces ministro de Defensa colorado, Hugo Medina, por el arresto de Silberman.
Reitero que esta movilización por los derechos humanos y por la memoria viviente fue la arcilla con la cual se moldeó con calor humano y fraternal el Uruguay progresista que hoy gobierna.
Quiero apelar a todos los compañeros que allí forjamos unidad para una democracia plena. Ahora queremos someter al referéndum del pueblo la actual Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva. Para anularla. Apelo también al calor que supo incubar nuevos partos.
Podría esgrimir razones fundadas. No le estoy pidiendo a nadie que traicione un compromiso político de no innovar. Es más: sería coherente en ese sentido que firmaran para habilitar el plebiscito y luego votar en contra de la nulidad. Pero no pueden negar el derecho a que la gente decida. Una vez ¿decidió? ¿Con plena libertad? ¿Con pleno conocimiento? Hoy conocemos el horror y están ya presos y condenados los criminales más notorios. Pero los compañeros desaparecidos no están. Por una ley esa sí inclaudicable de la omertá corporativa. Hay otra oportunidad viendo el desastre de la ley. Y la vida siempre, siempre, te tiene que dar otra oportunidad. Llegamos nuevamente, con las firmas, pero hoy pido algunas que faltan, de compañeros de aquella época, por honor al compañerismo creado en aquellos tiempos y que fue fecundo.
Tomado de La República, 30/4/09.