“El que vende pasta base es un enemigo de clase”
Publicado el 31/01/09 a las 5:07 pm
El secretario general de la Junta Nacional de Drogas, Milton Romani, es tajante sobre las bocas de pasta base: “El tipo que vende a sus hermanos de pobreza una porquería que lo mata es un hijo de puta”, respondió en entrevista con Ultimas Noticias. Asimismo, dijo no ser “liberal” ante la discusión sobre la marihuana. Además, mostró discrepancias con propuestas como la de recluir a los adictos en una chacra: “Hay que preparar a los muchachos para el mundo real, no para una colonia de vacaciones o una linda quinta”.
-Este gobierno no debatió sobre la legalización de drogas como la marihuana. ¿Por qué?
-Se discutió en la Junta Nacional de Drogas con la participación de todos los subsecretarios y primó el criterio de no tocar el marco regulatorio sobre la licitud o la ilicitud porque teníamos una situación de emergencia social que implicaba realizaciones concretas en los aspectos socio- represivos del tema.
-¿Usted qué opina sobre la legalización?
-No soy liberal frente a las drogas. En mi opinión, la legalización es funcional a una concepción mercantil e individualista. Estoy de acuerdo con regulaciones sociales autoconstruidas. El consumo y el tráfico son una forma de control social, ambos excluyen y marginan. Hay que tener políticas públicas respetuosas de los derechos humanos, pero firmes para que el Estado combata el crimen organizado.
-¿Un próximo gobierno del Frente Amplio debatirá la legalización de la marihuana?
-Junto a otros compañeros redacté una moción que fue incorporada al programa del Frente Amplio y que prevé que en el próximo período de gobierno deberá debatirse la legalidad de las drogas. Ese debate nacional es una necesidad. Pero, ¿por qué debatirlo para una sola sustancia? ¿Por qué no legalizar la cocaína? ¿Por qué no la pasta base entregada por el Estado? He leído a autores liberales que me han dejado pensando. Hay análisis desde el punto de vista económico que son impecables pero que requerirían de un consenso internacional para abrir un libre juego de oferta y demanda para todo tipo de drogas. Pero nadie garantiza que no exista un mercado negro pese a todo.
-Quienes están a favor, argumentan que la legalización de la marihuana permitiría bajar el consumo de pasta base.
-Las variables socioculturales tienen tanta importancia como la toxicidad de las drogas. Los consumidores problemáticos de drogas son policonsumidores, no hay un exclusivo consumidor de pasta base o de cocaína. El que ingresa al consumo problemático lo hace por varias vías y esa es una evidencia científica. Es un mito pensar que si determinada sustancia tiene otro estatuto legal puede cambiar los patrones de consumo.
– Existe una sensación generalizada de que el consumo de pasta base crece. ¿Comparte esa percepción?
– No. Si lo medimos por la secuencia de aparición del tema a nivel de prensa vinculado con la seguridad pública, podemos deducir que a lo mejor crece, pero no son los datos que tenemos, por ejemplo, en cantidad de llamadas o ingresos al Portal Amarillo. No tengo la sensación de que exista un crecimiento, en todo caso estamos en una meseta.
– ¿El Estado tiene recursos para afrontar la problemática del consumo de drogas?
– Conseguir recursos para esto es un verdadero desafío porque oscilamos con la negación del tema, incluido el Estado, que durante muchos años lo negó, fue omiso y, en algunos casos, hasta promocionó mecanismos que servían para lavar dinero como cuando durante los ’90 se hizo el chancho rengo y se permitió las Sociedades Anónimas Financieras de Inversión que fueron utilizadas con ese fin. Una de las génesis del problema drogas hay que buscarla en la desregulación del Estado, el problema del alcohol parte de la desregulación del monopolio que provocó un descontrol en la venta de alcoholes. El mundo está demostrando que la falta de regulación del Estado produce daños a todo nivel.
– ¿Una mayor represión ayuda a combatir el consumo de drogas?
-Prefiero tener cierta plasticidad para el aspecto preventivo y de tratamiento del adicto y en el aspecto represivo mano dura, le toque al que le toque y si hay gente representativa de algunos ambientes que caigan porque eso desde el punto de vista simbólico es muy importante. Si tiene que caer alguien de nuestra fuerza política, que caiga, sea quién sea. El aparato represivo debe existir, debe ser firme y debe actuar frente a los mecanismos de lavado de dinero, que son la espina dorsal del tráfico para ganar guita, para adquirir bienes en una cultura en la que vale más el que tiene más.
– ¿Y qué pasa con el vendedor en una boca de pasta base?
– El que vende pasta base es un hijo de puta. Desde el punto de vista ideológico, es un enemigo de clase. Los anarquistas, desde sus orígenes, hacían campaña contra el alcoholismo porque era el enemigo de clase para los obreros. El tipo que vende a sus hermanos de pobreza una porquería que los mata es un hijo de puta y el aparato represivo debe estar contra ese, pero no exclusivamente, también contra el otro que tiene diferente status social y relaciones con el poder.
– Se ha propuesto que los adictos sean encerrados y rehabilitados en chacras. También que sean tratados como enfermos. ¿Qué opina?
– Es absurdo pensar que debemos tener al adicto diez meses en una burbuja en un centro terapéutico de última generación. No es esa la orientación que hoy en día gana cuerpo en el mundo, ni en drogas ni en salud mental. Nosotros hacemos mucho en prevención comunitaria porque hay que preparar a los muchachos para el mundo real y no para una colonia de vacaciones o una linda quinta. Lo central es la resocialización y en ese proceso hay muchas cosas que no tienen por qué hacerse encerrado.
– ¿Y qué propone?
– Yo propongo gastar poco en cosas más eficientes y más realistas. El problema es que las drogas causan efectos más allá de los consumidores y hay una cantidad de mitos. No sé por qué sale el mito de que el campo abierto es bueno para los adictos. Que trabajen sí, pero todo el mundo, no solo los adictos. Que deben reinsertarse en el mercado laboral, desde ya que sí. Pero vamos a empezar por lo chico. Reunir a un grupo de vecinos que tengan una serie de herramientas y canalicen las problemáticas de sus barrios es un buen inicio. Muchas veces no se conocen los recursos que hay para tratar a los adictos. Hay que crear bolsones en los barrios donde el sistema sanitario no llega, esa es una solución eficiente, barata y que permite recomponer el tejido social.
Portal Amarillo: 2.000 ingresos
– ¿Qué resultados arrojó el Portal Amarillo?
– Al Portal Amarillo, que es el ente testigo de toda la red de prevención y tratamiento, en dos años y medio de vida han ingresado al tratamiento unos dos mil jóvenes. Hubo un seguimiento telefónico de los que terminaron o abandonaron el tratamiento. El 52% dejó de consumir o consume mucho menos de lo que lo hacía antes de ingresar. A nivel internacional las evaluaciones en materia de tratamiento se estudian desde la primera hasta la cuarta intervención. Esos son grados de abandono y retorno al tratamiento por lo que hay un 48% que seguramente vuelva al Portal.
Tomado de Últimas Noticias, 6/1/09.
Juan Pedro Montero
Feb 11th, 2009
Me da la impresión que Milton Romaní pierde los papeles en algunos asuntos.
Si, se consiederan «enfermos» dependientes y policonsumidores de sustancias a quienes asiste el Portal Amarillo y también asisten las deceneas de instituciones privadas que tienen autorización para hacerlo en «granjas».
La oportunidad de ingreso en una u otra modalidad de tratamiento (pensando en lo educativo,la dependencia, la desestructuración y caos familiar, el trabajo, las habilidades socio-laborales, etc) tendrá siempre que ver con el escenario de la persona o el diagnóstico multi-axial, sin que se excluya a ningún modelo en especial, de acuierdo a las «tendencias universales» que se citan.
Lo que pasa es que el Estado en el Uruguay tiene una Ley con tal nivel de exigencia para la creación de centros cerrados ( no sé si fue votada por la bancada del FA) que ni el mismo Estado puede crear centros incumpliéndola. Se «copió» desde el «primer mundo» y luego resulta imposible poner en práctica el bodrio que se copió… pese a sus mejores intenciones.
Lo que debería pensar Milton, es que por ignorantes no todos los vendedores son unos «hijos de puta»; primero porque sus madres no ha tenido nada que ver; o muy poco con esa determinación profesional y segundo porque responsable, responsable, es el sistema;ése es mucho mas responsable que todas ellas… por regla general «víctimas».
Luego; me dan ganas de reír el trato que da a los centros de asistencia cerrados. Supongo que no apunta a reivindicar el uso de cárceles y campos de trabajos forzados. Creo que no está conforme con los resultados de programas privados que se ofrecen a modo de hoteles para el descanso y recreo.
Pero los centros de rehabilitación no son eso. Resultan ser – o deberían – espacios libres de sustancias en los cuales se otorga «tiempo» para la elaboración de planes individuales de salida al problema o los problemas,sin interferencias exteriores y con el apoyo de equipos multidisciplinarios desde el diagnóstico a la reinserción socio-laboral. Y trabajar en este frente no es una tarea fácil ni se encuentran profesionales con facilidad para llevarlo a cabo (INAME)Quien escribe, lo viene haciendo desde hace 30 años y sin desmerecer el trabajo de los despachos y las cifras macrosociales, entiende que se ha de ser mas respetuoso con las personas, especialmente desde instancias elevadas del Gobierno.
Para comenzar a entender el problema de las drogas, sólo apunto a la lectura de un trabajo de Engels que seguro mucha gente, compañeros y compañeras ya han leído, que trata y creo que se titula de Situación de la Clase obrera en Inglaterra, por mediados del siglo XIX. Está en Internet completo y se encuentra muy fácil.
Que lo lea Milton y verá la complejidad del tema en el mundo desarrollado de la Revolución Industrial y entonces aún mas «liberal».
Con todos mis respetos.
Salud.
Perico Montero.
GRACIELA TADDEY
Feb 25th, 2009
QUERIDO COMPAÑERO: nos conocemos cara a cara desde los tiempos en que trabajabas en el SMI; vos me conociste como la accidentada, no como la docente, que eso soy. Pienso, opino, y lo hago desde el horror de lo vivido en materia de consumo con mi propia hija, que se debe aislar por un tiempo a los chicos y chicas. Ellos y ellas son las antenas que emiten la conflictividad del medio del que provienen. Yo, en particular, una des exiliada. Paralelamente que se trabaja con el o la adicta, aparte, trabajar con su familia. Si la familia no quiere hacerse cargo, trabajar con el joven para que acepte, además, el ABANDONO (no será ni el primero ni el último abandonado/a). No culpo de ninguna manera a las familias -ese prejuicio es una porquería que nos hace a los jefes de familia, tanto mal como el propio problema que sufren nuestros hijos-. Con apoyo familiar todo es más humano y sencillo. A nivel estatal hay que internar a estos muchachos -me parece-, hasta que puedan ser autónomos. Quizás sea costoso, pero el tema compromete tanto a toda la sociedad que hay que poner esfuerzo para enfrentarlo. Coincido contigo en que los vendedores son enemigos de clase, pero date tiempo para que lo comprendan a cabalidad. Y a los que se enriquecen con la miseria espiritual de nuestros jóvenes, a esos, sí, mano dura, puño duro, escrache público, por decir solo lo que la urbanidad me permite.