LA POLITICA Y EL DESARROLLO HUMANO EN URUGUAY
Publicado el 16/12/08 a las 11:40 pm
Por Constanza Moreira
¿Cuán desarrollados somos los uruguayos? ¿Y cuánto nos falta para ser «plenamente» desarrollados? ¿Somos hoy más desarrollados que en el pasado? ¿O que los argentinos, que los brasileños?
¿Qué significa ser «desarrollado»? Tradicionalmente, esta expresión se usó para designar a los países que habían salido del mundo agrario, analfabeto e incierto y se habían vuelto urbanos, educados y previsibles. Es en este sentido que se dice que el Uruguay fue un país de desarrollo y modernización «precoz» en el continente. Y no tanto en comparación con Argentina (que fue, en este sentido, un país tan «desarrollado» como el nuestro), sino en comparación con Brasil, con los países andinos, o con los países caribeños. Hacia fines de siglo, el Uruguay figuraba entre los países más desarrollados de América Latina.
Sin embargo, a partir de los años sesenta, el Uruguay se vio a sí mismo como un país «subdesarrollado», más parecido a los otros países de América Latina, con los que empezó a identificarse (y por eso el libro de Galeano «Las venas abiertas de América Latina» fue como una Biblia para tantas personas que vieron en el destino latinoamericano, la revelación de su propio destino). En buena medida, las razones de esto estaban vinculadas a la pérdida del dinamismo económico de esos años, pero también al empobrecimiento paulatino de las clases medias y los trabajadores, a la aparición de la violencia política y al deterioro de los servicios públicos. Las interpretaciones sobre el tema, dicen que nos volvimos «más pobres» (es decir, nos estancamos económicamente e incluso sufrimos recesión económica) y por consiguiente, todo el resto empeoró (los salarios, el empleo, los niveles educativos, o la pobreza). Pero en realidad, esto es sólo una parte de la verdad. Es cierto que nos volvimos más pobres, pero la forma en que ese estancamiento económico impactó sobre nuestras condiciones de vida, no es directa. Las decisiones políticas, y la política, importan a la hora de ver cómo la economía impacta sobre la vida de las personas.
El Informe de Desarrollo Humano en Uruguay 2008, titulado «Política, políticas y desarrollo humano en Uruguay», presentado en el Edificio Libertad el pasado jueves (y que se presentará en el Parlamento el próximo martes), tiene como objetivo mostrar qué impacto tiene la política y las políticas sobre el desarrollo de nuestro país. Este Informe se basa en los análisis que realiza sistemáticamente el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y que miden el «desarrollo humano» de los países.
El enfoque del desarrollo humano se originó a inicios de la década de 1990 bajo la inspiración de las ideas de Amartya Sen. La idea era construir un concepto que pudiera medir el «bienestar humano» en los países. Hasta su surgimiento, en las comparaciones entre países realizadas por los organismos internacionales predominaban los rankings basados en el PIB por habitante. Pero lo que produce un país, no necesariamente es una medida de su «desarrollo», porque la forma en que lo que produce un país se distribuye entre sus miembros, importa. Así también, importa ver la forma en que lo producido por un país se refleja en el bienestar de sus habitantes. El concepto de desarrollo humano incorpora, además de la «riqueza» de un país, el nivel de salud y educación de sus habitantes.
El Uruguay, medido por el PBI, es un país de «renta medida» (ni tan pobre como algunos, ni tan desarrollado como otros), pero tiene un nivel de Desarrollo Humano alto. A pesar de sus limitaciones económicas, el Uruguay ha sabido proporcionar servicios de salud a su población, y también educación. Esto no se ha hecho en un año ni en diez, sino a lo largo de toda su historia. Una historia política que registra una temprana expansión de los derechos sociales, de la educación, o de los servicios de salud.
El Informe sobre Desarrollo Humano en Uruguay da cuenta de esa historia política, y también, de la historia reciente: de la que registra la «ausencia» de política (democrática) durante la dictadura, que es cuando el Uruguay empeoró en todos sus indicadores, aun cuando una parte de ella registrara un cierto «auge económico». El país desigual, pobre e inseguro, es en buena medida un resultado de esos tiempos.
Desde inicios de la década de los noventa, el Uruguay retoma el ciclo de crecimiento económico, lo que junto con la recuperación de la democracia, conlleva a un mejoramiento en las condiciones de vida en general y una reducción de la pobreza en particular. La crisis de 2002 pone fin a la «gran ilusión» de ese período.
Desde 2004, el Uruguay viene creciendo a niveles casi inéditos, y el abatimiento a la pobreza y al desempleo, reflejan este ciclo de crecimiento. Sin embargo, el enfoque de desarrollo humano nos muestra que el crecimiento sólo no alcanza para asegurar el bienestar de la población. Si el crecimiento no impacta sobre la salud de las personas, o sobre sus capacidades para vivir bien (como quiera sea que las personas definan este vivir bien, y esta libertad es constitutiva del bienestar), debemos incorporar «más y mejor política» para asegurar los resultados.
El Informe de Desarrollo Humano muestra que desde inicios de los 90, el crecimiento económico ha ido de la mano con un incremento y consolidación de la desigualdad, y que cuanto mayor sea ésta, mayor crecimiento se exigirá para que reduzcamos la pobreza. En sociedades menos desiguales, la apropiación de los frutos del crecimiento económico se hace más equitativa para los distintos grupos. Si no es así, el Estado deberá intervenir para producir cambios redistributivos.
Entre 1991 y 1998, período de fuerte crecimiento económico, el alivio de la pobreza se explica por efecto tanto del crecimiento como de los cambios en los precios relativos. Sin embargo, los ingresos de los hogares se concentraron y ello impidió una reducción mayor de la pobreza. Entre 1998 y 2003 la incidencia de la pobreza se incrementó fuertemente, de 16,7% a 30,8% (según la línea de pobreza INE 2002). Ese incremento se explica casi totalmente por la caída de los ingresos medios de los hogares en términos reales. En el período reciente, 2003-2006, la incidencia de la pobreza cayó entre 5 y 7 puntos porcentuales, según la línea de pobreza utilizada, más por efecto del crecimiento, que de la redistribución del ingreso, que se habría mantenido sustancialmente incambiada. Datos recientes producidos por la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, estimando el impacto cruzado que tendrían la reforma de salud, la reforma tributaria y el Plan de Equidad, aseguran que la desigualdad podría estarse reduciendo como efecto de las mismas. El Informe de Desarrollo Humano trabaja con las estadísticas oficiales, y muestra un mapa y un diagnóstico de la situación, por consiguiente, no puede incorporar una visión «prospectiva» de estas reformas. Sin desmedro de ello, su diagnóstico está enteramente ajustado a los datos oficiales de que dispone un país.
El Informe considera especialmente las políticas implementadas durante estos últimos tres años, entre ellas el Plan de Emergencia, los Consejos de Salarios, y el aumento del salario mínimo. El Informe concluye que este conjunto de políticas es el más ambicioso intento realizado en el ciclo de la tercera ola de la democracia uruguaya, para corregir desigualdades y apoyar a las personas en mayor grado de vulnerabilidad social. Quizá por ello sorprenda el título de un artículo de este mismo diario publicado el viernes 12 de diciembre (página 28) que dice: «Informe del PNUD omite reformas sociales del gobierno progresista». El periodista olvida o simplemente ignora que una sección entera del Informe («Las políticas y el desarrollo humano») está destinada a ello: a mostrar las políticas de bienestar, sus impactos, sus limitaciones y su sostenibilidad en el tiempo. Contrariamente a lo que sostiene el artículo, el Informe señala que, dadas las características del crecimiento económico, política y políticas serán siempre necesarias para mejorar la situación de los más vulnerables. Asimismo, se ofrece un marco de análisis destinado tanto para los tomadores de decisiones como para los ciudadanos en general, a entender las causas que afectan el bienestar de los uruguayos y el impacto que las políticas destinadas a mejorarlo tienen.
Tomado de La República, 15/12/08