GONZALO AGUIRRE Y GARDEL
Publicado el 22/09/08 a las 12:00 am
Por Raúl Olivera
El otrora parlamentario nacionalista y aún doctor en derecho Gonzalo Aguirre Ramírez, se ha dedicado desde las páginas de El País, a pontificar sobre los eventuales y futuros efectos de la nulidad de la ley de caducidad. Ley que contó en el pasado y actualmente con su entusiasmado apoyo.
Gonzalo Aguirre, por esas razones, defiende algo más que la impunidad de los Gavazzo, Silveira Gregorio Álvarez y Bordaberry. Defiende su obra seudo jurídica e inconstitucional, llamada Ley de caducidad de la pretensión punitiva del Estado.
Para él es una “disparatada idea” que por cualquier vía (legislativa o mediante un plebiscito), la sociedad uruguaya se libre de la existencia de la impunidad que aún campea en el Uruguay.
Poco le importa a Gonzalo Aguirre, que su obra del pasado y que pretende mantener por siempre en el firmamento de nuestro derecho interno, pueda asegurar la impunidad de los asesinos de su compañero de partido Héctor Gutiérrez Ruiz y también de los cobardes asesinos de la madre de quien probablemente comparta con él en las próximas elecciones algún lugar en las listas electorales. Tan poco le preocupa y le importa, que no duda de además de pontificar contra la campaña por la nulidad de la ley de caducidad, asesora a quienes hoy tienen su mayor preocupación en mantener el pacto de silencio y la impunidad.
Y más le preocupa, que el parlamento fuera quien finalmente hiciera lo contrario que él hizo en 1986. Por esa razón, afirma que esa posibilidad – ya no sustentada por el temor a la amenaza militar, sino en atención a obligaciones jurídicas, éticas y políticas-, es desde el punto de vista jurídico “una imposibilidad”. Y que insistir en esa vía parlamentaria, es una forma de ocultar el fracaso de la recolección de firmas.
Para Aguirre, la posibilidad de anular la ley de caducidad, no es tal, porque a ello se opone, la Constitución. Lo que si, ya no le parece tan disparatado, es derogar la ley de caducidad, ya que sus efectos pasados se mantendrían. Quienes así opinen, merecerán de parte de Aguirre el calificativo de “correligionarios destacados”.
Sabido es que esas opiniones tratan de encontrar su fundamento jurídico en la equiparación de la caducidad con la amnistía que extingue los delitos.
De atender los razonamientos de tan destacado jurista, Uruguay debería ingresar al libro Guines, pues se encontrarían procesados y en prisión personas por un delito inexistente.
Seguramente para ser coherente, Gonzalo Aguirre sostendrá que su partido de llegar al gobierno, corregirá los efectos de las conductas “disparatadas” del Poder Ejecutivo de Tabaré Vázquez que saco algunos casos del amparo de la ley de caducidad y del Poder Judicial que procesó a violadores de los derechos humanos. Sacará de la cárcel a los gavazzos, y los silveiras, y les pedirá disculpas.
Pero para cerrar sus razonamientos, Aguirre termina afirmando: “Ninguna decisión del Cuerpo Electoral puede ser revisada por el Parlamento. Como decía un querido amigo: «Después que canta Gardel, ya no canta nadie más».
Recordemos que el cuerpo electoral, decidió, por ejemplo, que desde 1985 y por 5 años, José Germán Araujo fuera Senador de la República. Sin embargo, con el voto- también de Gonzalo Aguirre-, el Parlamento reviso aquella decisión y Araujo dejó de ser Senador.
¡Ya no se trata de que lo cante Gardel, sino de qué es lo que canta!