LOS CAMBIOS EN EL PROGRAMA DEL FRENTE AMPLIO (V)
Publicado el 28/07/08 a las 10:35 pm
ANALISIS DE LA DISTRIBUCION DEL INGRESO
Escribe Alberto Couriel
La elaboración de un Proyecto Nacional, de un proyecto país, debe tener en cuenta los elementos clásicos de la identidad de la izquierda tales como la igualdad, la equidad, la solidaridad, la justicia social y la justa distribución del ingreso. La problemática de la distribución del ingreso presenta rasgos estructurales y coyunturales en Uruguay. Entre los rasgos estructurales se destacan las características centrales del modelo de desarrollo, del estilo de desarrollo. Uruguay es el país con mejor distribución del ingreso en la región latinoamericana durante todo el siglo XX. En su etapa de crecimiento hacia fuera hasta 1930, sus principales rubros de exportación se ubicaban en todo el territorio nacional, lo que facilitaba la integración nacional. A ello se agregaba la presencia de propietarios nacionales en el propio sector exportador, especialmente en la producción primaria, lo que facilitaba que una parte del excedente económico quedara y se utilizara en el país. Pero además en este período se instala el Estado de Bienestar con claras funciones de redistribución del ingreso a través del gasto social en educación, salud, vivienda y seguridad social. A ello se agregaban eficientes empresas estatales que contribuían a este proceso redistribuidor.
En etapas posteriores, Uruguay mantuvo el privilegio de estar entre los mejores países de la región en términos de distribución del ingreso. Otro elemento estructural pero que origina desigualdad lo constituye la característica de una estructura productiva heterogénea donde conviven actividades de alto y bajo nivel de productividad, originando diferencias sustantivas en los niveles de empleo y de salarios. La homogeneidad de la estructura productiva de los países desarrollados es un elemento central para alcanzar mayores niveles de igualdad en los ingresos. A estos elementos estructurales se agrega, en los últimos años, el fenómeno de la fragmentación social, con guetos de ricos y de pobres, con valores y culturas diferenciadas que generan enormes desigualdades.
Los datos recientes de las investigadoras Amarante y Vigorito, publicados en Brecha el 13 de junio de 2008 bajo el título «Pobreza, desigualdad y transferencia de ingresos», muestran una tendencia al incremento de la desigualdad en los últimos 18 años. Es muy significativo que el excepcional crecimiento económico de los últimos cuatro años no ha permitido modificar esta tendencia. Surge también la posibilidad de que, junto a factores estructurales, influyan elementos coyunturales. El 5% de mayores ingresos aumenta claramente su participación en el total del ingreso en el último año; allí, seguramente, se ubican los sectores exportadores favorecidos por muy elevados precios internacionales, los ingresos provenientes de las ganancias de las instituciones financieras y los propietarios de la intermediación comercial, incluidos los supermercados minoristas y los importadores que se aprovechan de un muy bajo tipo de cambio nominal. A ello se agrega que la masa salarial, cuya participación en el producto bruto interno aumenta en los últimos años, todavía se encuentra por debajo de los niveles alcanzados en el período de precrisis, entre 1998 y 2001. Ello puede ser consecuencia de la calidad del empleo generado o por los niveles de salarios obtenidos. Por lo tanto se mantiene la alta participación de los excedentes empresariales en el total del producto y ello coadyuva a una mayor desigualdad.
En esencia una mejora en la distribución del ingreso requiere de la regulación del Estado para mejorar los niveles de empleo productivo y decente, de una mejor distribución de los aumentos de la productividad entre empresarios y trabajadores, de un adecuado gasto social para atender los problemas de nutrición, salud, educación, vivienda y seguridad social, y de una regulación estatal para enfrentar la concentración de la propiedad de los medios de producción.
La mejora del empleo pasa por el crecimiento económico y su contenido, especialmente avanzar hacia la homogeneidad de la estructura productiva que facilite mejoras en las condiciones del subempleo, la precariedad y el informalismo. Esto requiere acciones estatales con políticas activas, selectivas y sectoriales para mejorar la calificación de la fuerza de trabajo y otorgar los estímulos necesarios a los rubros de mayor generación directa e indirecta de empleo productivo y decente. La acción estatal deberá contribuir a un reparto más equitativo de las mejoras de productividad entre empresarios y trabajadores para aumentar la participación de la masa salarial en el total del producto bruto interno.
Atender los problemas sociales de la nutrición, educación, salud, vivienda e inclusive seguridad social requiere de una estrategia global para enfrentar el tema de la fragmentación social, también ligado a la nueva conformación de la estructura productiva y a la atención de la pobreza y la indigencia. Desde este ángulo el gasto social, como en el viejo batllismo, es una herramienta central para mejorar la distribución del ingreso. En este sentido los requerimientos son infinitos. Siempre va a faltar más para atender estos problemas sociales. Y el gasto social dependerá de los recursos fiscales. Por ello no estamos de acuerdo con la baja de la presión fiscal, especialmente del gasto público sobre el producto que, de acuerdo a la información proporcionada por el Ministro de Economía durante la Rendición de Cuentas de 2007 en el Senado, estaría descendiendo de más de 32% en 1999 a una proyección de 28% para 2009. Máxime cuando la deuda del sector público se sigue incrementando y, por lo tanto, se incrementan los intereses en moneda extranjera, aunque desciendan en moneda nacional aprovechando un tipo de cambio nominal excepcionalmente bajo. Mejorar el gasto social requiere de un nivel de ingresos que no baje la presión tributaria y que se reparta equitativamente entre rentas de capital y de trabajo, que la implantación del impuesto a la renta de las personas físicas no contempló adecuadamente.
La concentración de la propiedad es un elemento central de la distribución del ingreso. En los últimos tiempos estamos contemplando una etapa de extranjerización de la propiedad de la tierra, de la industria frigorífica, de los establecimientos de arroz, de lácteos y de la industria del papel y celulosa que puede terminar afectando la presencia de propietarios nacionales en el sector exportador que caracterizó a Uruguay en el pasado. No estamos en contra de la inversión extranjera directa cuando aporta tecnología, recursos financieros, mercados externos y capacidad de gestión, pero sus intereses concretos de rentabilidad tienen que ser compatibles con los intereses nacionales. Por ello vale la pena la regulación estatal para asegurar que dichas inversiones sean funcionales al Proyecto Nacional y a la estrategia de desarrollo nacional, e inclusive atender el problema de la concentración de la propiedad que afecta negativamente la distribución del ingreso.
Tomado de La República, 23/7/08.
Alejandro
Jul 30th, 2008
Arriba el frente amplio y la integracion latinoamericana!!
http://elpepemujica.blogspot.com/