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Partido por la Victoria del Pueblo ANULAR LA LEY DE IMPUNIDAD

 

 

Ayudarlos a irse y a conocer las virtudes del ayuno

Escribe: Hugo Cores.

Usar un espacio de debate público como es éste, a pocas semanas de una elección decisiva y donde todos queremos ardientemente la victoria, es una gran responsabilidad. Tanto mayor cuanto más próxima parece la serena victoria popular. Me resultaría penoso gastar un centímetro del periódico que no estuviera destinado a suscitar un mensaje político, una idea discutible, un estímulo para mejorar la acción.

En estos días la izquierda ha empezado a vivir una de esas situaciones que son de las mejores que se pueden dar en democracia: efervescencia política, fraternización y crecimiento y cierto estado permanente de intercambios de noticias y pareceres. 

La discusión que enriquece

A mi modo de ver, manteniendo ese clima, habría que avanzar un poco más en la contraposición de opiniones, acerca de cómo estamos viendo las soluciones para los problemas del país (de la deuda, del agro, de la salud, la educación, el empleo) en unos intercambios que, además, den una explicación no meramente electoral de la existencia de las distintas corrientes y su razón de ser como agrupamientos colectivos, fundamentos que se suponen que van más allá, y vienen de antes, de poner a fulano o sutano en tal o cual lugar en una lista al Parlamento.

Discusión para aclarar identidades, desagregar temas nacionales que pueden aparecer confusos o nuevos. Contraposición de opiniones pensando en saldarla sin vencedores ni vencidos entre nosotros. 

Contraposición serena de opiniones para estar en mejores condiciones de conciencia para enfrentar los nuevos avatares de una lucha política que no tiene punto final el 31 de octubre, aunque ganemos holgadamente.

Mientras el desempeño de la izquierda en la campaña electoral ha ido mejorando notoriamente, el oficialismo aparece como opaco y con signos de desmoralización. La contienda entre Batlle y Sanguinetti ha resultado fatal para el coloradismo y Larrañaga no levanta vuelo.

La posibilidad de no poder disponer del Estado como de un patrimonio propio enceguece a blancos y colorados. La inminencia de las auditorías administrativas que analicen enriquecimientos ilícitos y despilfarros, tampoco cae bien. La inexorable declinación de la impunidad en todas sus formas, tampoco resulta tranquilizante.

Cuando el poder el Poder Judicial pueda actuar sin las presiones políticas del Poder Ejecutivo ¿cuántos querrán ponerse la piel de cordero (Manuel) y "dejar de aparecer por los lugares que frecuentaban?"

Tendrán que prepararse para la cuaresma

El fin de un ciclo tan largo de dominación por parte de un sector social minoritario, quizás el ciclo más largo que conoce un país de América Latina, ¿no inducirá a algunos descocados a imaginar actos irresponsables, a jugar sucio, a entreverar las cartas?

Contrariamente a lo que han dicho algunos seudocientistas, para el desarrollo de un gobierno progresista que introduzca cambios reales de signo popular y nacional no hay riesgo de desborde social ni "estallido de demandas populares" que resulten incontrolables o desestabilizadoras. 

Los problemas de la llamada gobernabilidad, del saboteo a la gestión democrática progresista, son más previsibles que vengan desde las mafias de todo tipo, que asociadas o cómplices con algunos grupos y corporaciones empresariales se han venido adueñando de algunos partidos y de algunas parcelas esenciales del Estado, promoviendo políticas favorables a sus propios fines y en detrimento de los intereses de las grandes mayorías.

¿Cuántos de estos aprovechadores de siempre estarán dispuestos a esperar en el llano, no los 46 días de la cuaresma bíblica, sino los 20 o 25 años de ayuno, mientras duren las gestiones de "saneamiento" llevadas a cabo por las administraciones progresistas? Esos nuevos elencos de gobernantes sin compromisos con el poder económico a los que no podrán corromper ni hacer claudicar en sus principios. 

Ayudarlos a que no se equivoquen

Creo que la inminencia de la victoria nos va empujando a la necesidad de hacernos cargo de la totalidad de la vida política del país. Tenemos que pensar en todo, en no cometer errores y a la vez, estar alerta a los errores o manejos turbios que tramen nuestros enemigos.

Ya vimos la semana pasada hasta qué punto fue magnificado por parte de Sanguinetti un trivial incidente en un acto político del Foro Batllista. No es la única exageración que han exhibido en estos días. Por lo que se ve, tampoco al Senador Larrañaga le parece desdoroso aparecer como víctima.

En la disputa por el continuismo, que no sin cierto estupor empiezan a ver como perdida, algunos sectores de los partidos tradicionales están haciendo una rápida reconversión. No les disgustaría posar de "víctimas de la violencia marxista" o de la mala fe de los argumentos esgrimidos por la izquierda.

El tramo de campaña electoral que aún resta por transitar es ya demasiado breve. Cualquier interferencia que ensayen tendrá que ser bien pensada y mejor ejecutada.

Para intentar acciones de destabilización previas a las elecciones del 31, las mafias de la derecha tendrán que soldar fisuras y unificar el mando. Hay que estar alertas porque de alguna manera la derecha tratará de generar hechos políticos que enturbien la campaña.

"Mentime que me gusta"

Pero será difícil realizar una maniobra, aún con el apoyo mediático de las grandes familias, que logre disipar la espesa capa de falta de credibilidad de la población.

No son creíbles. Y no es que lo sean a causa de episodios triviales o recientes. No son creíbles porque el proyecto histórico que impulsaron contra viento y marea, el de las privatizaciones, la sumisión al capital financiero, la obediencia irrestricta al Fondo y demás agencias, ese proyecto naufragó. O, mejor dicho, hundió en el naufragio a buena parte de nuestra sociedad.

Ellos tienen todavía recursos. La impunidad les ha dado aliados incondicionales. Concentran el poder económico y el control de los medios y de la administración.

Pero la inmensa mayoría de los uruguayos no les cree. Sabe que han mentido y mienten. Que han ocultado y ocultan. Que se han enriquecido y esperan seguir haciéndolo. En eso, la legalidad los mata, la transparencia los debilita, la movilización democrática los desnuda.

Junto con la alegría y la fraternización, el estado de alerta progresista no sólo es válido sino también necesario. 

Queremos votos y queremos conciencia, dijo Tabaré

Y no vemos, nunca hemos visto, otro camino que no sea el de la organización política, la conciencia social, la movilización cívica y la unidad. Con esos cuatro factores, las fuerzas democráticas hicimos retroceder a la dictadura. Después, derrotamos a las privatizaciones que quería Lacalle, el Menem uruguayo. Finalmente, el 7 de diciembre pasado, a la ley de asociación que ponía en riesgo a Ancap. Son todas experiencias que las aprendimos hace mucho tiempo, son una tradición del movimiento obrero y popular uruguayo. 

Con esa línea de acción no habrá tramoya continuista que nos desvíe.

La República el 4 de Octubre de 2004.

PVP - Partido por la Victoria del Pueblo - Frente Amplio - Uruguay