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Partido por la Victoria del Pueblo ANULAR LA LEY DE IMPUNIDAD

 

 

Plenario Nacional del Frente Amplio

Encender los motores

Escribe Hugo Cores.

El próximo sábado se reunirá el Plenario Nacional del Frente Amplio. Se trata de una instancia de la vida interna del partido de gobierno en la que se discutirán y resolverán asuntos de interés público para el presente y para el futuro del gobierno, es decir asuntos de interés para el país.

Casi la mitad de los integrantes del Plenario Nacional son delegados de las bases frenteamplistas. Esto quiere decir que se trata de ciudadanos que no desarrollan una actividad política rentada. Son maestras o peluqueros, corredores de seguros o mecánicos, jubiladas, dentistas o carpinteros. No obtienen sus medios de subsistencia de la actividad política. No están sometidos a la jerarquía de la administración ni de la carrera política. Están, a tiempo completo, entre la gente.

Esta intervención en los asuntos públicos por parte de personas que no están exclusivamente dedicadas a la actividad política es un anhelo de larga data en el pensamiento transformador y socialista contemporáneo. Siempre se entendió como una ampliación y profundización de la democracia.

Bajo la acertada conducción de la compañera cocinera

Digamos de paso que estas inquietudes no son un invento del Frente Amplio, aunque sí lo es el honor de ser en América Latina una de las fuerzas políticas que, con más insistencia, ha preconizado esa necesidad de ampliar los ámbitos de participación popular en las estructuras de poder.

En la exaltación de las convulsiones revolucionarias de principios del siglo XX, Lenin bregaba por una democracia transparente en la que "una cocinera pudiera ocupar el lugar de un ministro". Y antes, Marx había realzado la fórmula que había asumido la democracia durante la Comuna de París, cuando los gobernantes ganaban el mismo sueldo que los obreros y los cargos ejecutivos eran revocables. Es decir, si su gestión no tenía el apoyo de los que lo habían designado, el titular era revocado y sustituido. No había mucho campo para los "golosos de poder" ni para la personalización de la política.

La acción política como campo en el que opinan y deciden hombres y mujeres "del pueblo" no es relevante para quien imagina las sociedades como el fruto único de la acción de los "grandes hombres", los líderes iluminados por las grandes ideas y no el resultado de la acción colectiva de protagonistas multitudinarios.

La política en los puestos de mando

Ampliar la participación no tiene que ver, exclusivamente, con acrecentar el número de los que ponen sus cabezas, o sus narices, en la búsqueda de soluciones para el país. Es eso y es también algunas otras cosas algo más complejas.

Hacer que los asuntos de Estado sean comprensibles para la mayoría de la gente es un objetivo fundamental. Extender la polis. Hacer comprensible la acción política rescatándola del campo restringido de los especialistas y los tecnócratas. De los que, confortados por el cargo que ocupan, piensan que "las saben todas", fomentadores del secreto arriba y la pasividad y paciencia abajo.

La situación por la que pasa nuestra sociedad nos hace pensar que el país precisa concentrar sus energías en algunas líneas rectoras del quehacer colectivo. El impulso al país productivo y la creación de fuentes de trabajo es impostergable. Para lograr esa meta es imprescindible una acción pública en la que confluyan esfuerzos de distinta naturaleza.

Por ejemplo, avanzar en el país productivo está ligado a la reforma o transformación del Estado, la reforma del sistema de salud y la discusión de una nueva ley de enseñanza.

¿Qué tienen en común estas transformaciones que se propone impulsar el gobierno progresista? Tienen en común que todas precisan ideas claras y energía para llevarse adelante. Es decir precisan de una acción coherente desde el Estado y la sociedad. ¿Desde dónde si no es desde el pensamiento político se fijará la partitura que guiará esa acción que debe desarrollar un plan coherente? ¿Cómo se orquestarán los esfuerzos diversos que exige salir del estancamiento?

¿Cuál es la energía primera que mueve las poleas para que se lleven adelante estos cambios? ¿Serán sólo las partidas presupuestales y la inversión privada?

La experiencia del país ha demostrado que con eso no basta y que, sin los componentes subjetivos del entusiasmo y mentalidad de servidor público y sin claridad política, las más sufragadas partidas presupuestales naufragan en el despilfarro, como ocurrió con muchas de las empresas públicas en períodos recientes, cuando al frente de las mismas más que directores había "liquidadores".

En estas circunstancias, el primer motor --el que pone en marcha a los demás-- es el motor del pensamiento y de la acción política. La acción política explicitada, para que la entiendan todos, para que empujen todos, para que controlen todos. Desde ahí se traza la partitura que regula la acción de todos.

A partir de estar convencidos de los fundamentos políticos de los cambios, los conductores de la administración y los particulares estarán en condiciones de poner en funcionamiento los demás motores, el de los funcionarios, el de los médicos, el de los usuarios y el de los docentes y estudiantes. Los motores de la gente de la cultura. Los músicos, los plásticos, los poetas y los teatreros. Todos tendrán algo que aportar si entienden adónde se quiere ir y si participan de un entusiasmo que es de muchos.

Acumulación forjada con la militancia

El Frente Amplio y las organizaciones sociales han ensayado constantemente la ampliación de la participación de la ciudadanía. En los últimos veinte años de lucha política, todo progreso del FA como fuerza política estuvo precedido o acompañado por una gran movilización social y política. Y uno de los más grandes méritos del FA y su conducción fue ser capaz de oír y entender las preocupaciones del pueblo.

A la salida de la dictadura la izquierda debió soportar una fuerte ofensiva de las derechas. Según un amplio coro que entonces se formó hasta la idea de izquierda ya no tenía sentido. No tenía sentido hablar de militancia, ni de comités de base, ni de lucha de ideas, ni de organizaciones políticas estables más allá de las instancias electorales.

Esa ofensiva golpeó a la izquierda y hasta logró la división del FA en 1989.

Vale la pena preguntarse ¿cómo hizo la izquierda uruguaya no sólo para soportar la división de sectores fundacionales sino para alcanzar la victoria en el año que parecía que todo se venía abajo?

Al principio siempre hay un Plenario Nacional del Frente Amplio

Para quien mira el acontecer a partir exclusivamente de lo que ocurre en las cimas, la victoria del 89 (Tabaré intendente) no tiene explicación.

Quien busca más a fondo sabe que la explicación está en que, desde 1986 hasta abril de 1989, el FA y las organizaciones sociales llevamos adelante una formidable campaña de agitación pública contra la Ley de Caducidad. El plebiscito de abril del 89 se perdió, pero el terreno ganado por la izquierda a través de casi tres años de trabajo de masas, en todos los rincones del país, ese terreno no se perdió.

Lo mismo se podría decir de la gigantesca movilización popular del FA y el PIT-CNT contra la ley lacallista que abría el camino para la privatización de las empresas públicas, que culminó con una neta victoria en el plebiscito de diciembre de 1992. O, casi diez años después, del "Tejazo" primero y plebiscito en defensa de Ancap del 7 de diciembre de 2003.

Todas aquellas campañas democráticas y de masas tuvieron inicio en un plenario nacional del FA. Ahí se echó andar el pequeño motor que puso en movimiento el gran motor, que es pueblo uruguayo.

El estar en el gobierno no es poseer todas las palancas del cambio social. El Estado, su burocracia, su tecnocracia, sus corruptos y saboteadores tapados, no es el dispensador de energías para el cambio social. Precisa energía, la absorbe y la neutraliza. A la vez, la fuerza política tiene un campo propio de actuación. Su apuesta es coadyuvar con la acción del gobierno a partir de las fuerzas renovadoras que hay en la sociedad. Ser "partera" de esas reservas que a menudo están, en estado latente pero están.

 Tomado de La República, 20 de marzo de 2006.

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