jueves 25 de abril, 2024

La interpelación del feminismo uruguayo

Publicado el 06/12/17 a las 1:24 am

Virginia Cardozo

Artículo de la Revista Compañero N.7

Estamos cerrando el año lectivo, que comenzó con una espectacular marcha el Día Internacional de la Mujer, con dos encuentros convocados por distintas organizaciones sociales feministas.

La necesidad de que esa movilización de cientos de miles en marzo fuera confluyendo en movimiento social organizado va convirtiéndose en una realidad. En un momento histórico que una y otra vez se caracteriza en los discursos por su debilidad en la participación social, este fenómeno no debería pasar desapercibido para la izquierda.

Desde filas de izquierda se mira de forma autocrítica el distanciamiento con las organizaciones sociales, los movimientos vinculados a los derechos de la mujer deberían ser tenidos en cuenta. Cuando estas mismas voces critican la fragmentación de las luchas por temas puntuales y la dificultad de incorporar miradas superadoras al sistema actual, un movimiento que cuestiona un componente altamente funcional al capitalismo, una modalidad de opresión como es el patriarcado y cuestiona al sistema sexo-género que determina constantemente nuestra vida en todos sus ámbitos, debería por lo menos resultar interesante.

Dos encuentros que se dan en noviembre con características distintas. El primero fue el Encuentro de Mujeres del Uruguay (EMU), organizado principalmente por organizaciones de mujeres jóvenes, que nos convocan a un intercambio por ejes temáticos entre mujeres. Algunas características de este encuentro es que el elemento convocante es el factor común de pertenecer a el grupo subalterno de “las mujeres”.

Algún paralelismo puede encontrarse con los encuentros entre trabajadores y trabajadoras, en los que pertenecer a la clase trabajadora y ser sujetos de la opresión es lo que une. El centro de la opresión está en la persona, su lugar, sus luchas, sus desafíos. Cualquier persona que respirara en alguno de los talleres del EMU no tendría ninguna duda del fuerte componente de izquierda que atravesó los discursos. Una claridad en la interseccionalidad de las opresiones, sobre todo la de género y clase social transversalizó las intervenciones y un fuerte cuestionamiento sobre los caminos de luchas a construir, que claramente son compartibles por todo al izquierda. La proclama de la marcha deja muy claro estos elementos al rechazar la “explotación patriarcal-capitalista”, las dificultades en el acceso a la tierra, la reivindicación del cuidado del ambiente, y las condiciones de vida digna.

En el intercambio bajo el título de “Mujeres y organizaciones sociales y políticas” un tiempo importante se le dio a debatir el vínculo con el Estado, su caracterización, la independencia de las organizaciones y de las luchas, la potencialidad del Estado como protección de los más débiles y su rol represor independientemente del gobierno de turno.

El segundo es el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC), gestionado por organizaciones feministas históricas, con eje en el feminismo en sí mismo como movimiento. Es el encuentro número 14, se realiza desde hace 36 años y nuclea a feministas en sus diversas luchas por los derechos humanos desde una perspectiva de género. Podríamos decir que en este caso el centro está puesto en el feminismo como movimiento, organización y pensamiento, como sujeto de lucha. El hecho de que el interés del feminismo latinoamericano se haya colocado en Uruguay es un dato no menor que refleja que están ocurriendo cosas en el movimiento feminista de nuestro país.

Muchas discusiones se han dado entorno a los distintos Encuentros, pero como partido político de izquierda, más que compenetrarnos en sus discusiones internas nos compete interpretar qué rol juega este movimiento en la historia de transformación del Uruguay. Caracterizar algunos elementos nos ayuda a comprender cuál debe ser nuestro vínculo con él. Al hacerlo debemos centrarnos en el movimiento de las organizaciones sociales feministas y ver algunos de sus componentes:

  • El movimiento feminista en el Uruguay surge desde la izquierda. Podemos interpretar si allá o acá están las mujeres con posicionamientos más “ultras”, “anarcos” o “moderados” pero surgen todas las organizaciones desde trayectorias, ideologías y luchas del espectro de la izquierda uruguaya en todo su amplio espectro. Sus reivindicaciones no dejan de incorporar la perspectiva de clase como componente fundamental de la lucha. Se puede leer además como desde el feminismo uruguayo el componente económico de la explotación de las mujeres y el trabajo tanto remunerado como no remunerado forman parte del sistema de opresión y que es preocupación constante de las organizaciones que luchan por el derecho de las mujeres.
  • El movimiento feminista uruguayo nuclea cada vez más jóvenes. Este movimiento es claramente intergeneracional, pero es indudable el crecimiento exponencial que ha tenido en los últimos años en las generaciones más jóvenes. Para poder dialogar con las mujeres jóvenes que militan en diversos ámbitos en el día de hoy se hace necesario incorporar los aspectos de género en la lucha. Ese crecimiento ha hecho que se haya enriquecido y diversificado. La lucha feminista tradicional en Uruguay ha incorporado otros lenguajes, otras trayectorias de lucha, otras improntas y nuevas miradas. La incorporación con mayor fuerza de la mirada del feminismo postestructuralista que incorpora las luchas de las identidades trans y de la diversidad sexual es un ejemplo.
  • Un gran porcentaje de las que militan en el movimiento feminista tienen otras militancias. Este movimiento está repleto de mujeres sindicalistas, de mujeres que luchan por el ambiente, mujeres políticas, mujeres militantes estudiantiles, mujeres que luchan por derechos de las personas afrodescendientes, mujeres cooperativistas, mujeres que luchan por los derecho de las personas con discapacidad, etc. Podemos decir que este movimiento es fuente de una potencialidad de militancia y de “cuadros políticos” importantes.
  • El movimiento feminista uruguayo moviliza y genera participación social. Más de 300.000 personas participaron de la marcha del 8 de marzo, centenas salen a la calle cada vez que una mujer es asesinada, alrededor de mil mujeres participaron de las distintas instancias del EMU y fueron más de 2000 las que participaron del EFLAC esta semana. Cada vez se generan más organizaciones feministas y en sus actividades en general presentan instancias de formación, debate, intercambio y movilización.
  • El movimiento feminista uruguayo trasciende reivindicaciones puntuales. Podría llamar la atención que ha cobrado aun más fuerza el movimiento cuando se han logrado grandes avances en los derechos de las mujeres en los últimos años. Muchas reivindicaciones históricas han tenido logros importantes: Ley de Salud Sexual y Reproductiva, despenalización del aborto, fertilización asistida, Sistema Nacional Integrado de Cuidados, derechos de empleadas domésticas, actualmente se está por aprobar la Ley Integral Contra la Violencia Basada en Género, Ley de Cuotas, etc. Aún nos falta mucho por avanzar en estos y otros temas vinculados a los derechos humanos de las mujeres pero claramente en muchos aspectos estamos mejor posicionados que la mayoría de los países de la región. Sin embargo, con una agenda de reivindicaciones propias, la lucha feminista va más allá ya que pretende la transformación en el sistema de distribución desigual de poder entre hombres y mujeres y en las relaciones humanas. Podemos decir que esta lucha tiene una mirada estratégica en otra sociedad posible con relaciones más igualitarias y justas. Es desde este componente que el feminismo nos interpela desde los componentes más humanos de nuestra vida, nos cuestiona cómo nos relacionamos, cuáles son nuestros principios y valores, lo que hacemos en nuestras casas, en nuestro trabajo, en las calles y en los lugares de representación política. No hay otra realidad posible sin otras formas de relacionarnos.
  • El movimiento feminista uruguayo denuncia, en su lucha contra la opresión hacia la mujer, todas las formas de opresión. La desigual distribución de poder entre hombres y mujeres y la opresión de estas últimas no es fruto de la generación espontánea, sino de una forma de organización económica que utiliza estas relaciones para la concentración de poder en unos pocos. Estos se da desde que nace hace aproximadamente 8 mil años el patriarcado y se perpetúa y potencia en el capitalismo. Es por esto que el trabajo del feminismo por denunciar las causas de la opresión de las mujeres está atado a las causas de la opresión de clase. Al denunciar estas relaciones desiguales evidencia también otras desigualdades, la étnica, la generacional, por motivos de diversidad sexual, etc.

El movimiento feminista conforma hoy desde sus organizaciones sociales un fenómeno que no puede ser obviado por ninguna fuerza política que se considere transformadora. Es además un aliado estratégico para la lucha de la izquierda en nuestro país y tiene un potencial que solo puede ser rechazado por el componente conservador y aferrado al status quo que se encuentra presente en la propia izquierda.

La izquierda uruguaya está siendo en sí misma, interpelada por el feminismo. Está siendo observada de cerca en sus discursos, en sus actos, en quienes son las personas que hablan públicamente o que se encuentran en lugares de representación.

La incorporación del feminismo por la izquierda uruguaya se hace vital, de lo contrario será muy difícil representar a un movimiento popular donde las organizaciones feministas cada vez son más fuertes y un portavoz ineludible.

1|Doctora en Medicina, Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, integra el Secretariado Ejecutivo del PVP.

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